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Si hemos aprendido algo de los tiempos recientes, tal vez es que la verdadera controversia entre los evangélicos en los próximos días será acerca de la Biblia, no de la homosexualidad.

Debajo de la superficie de esta conflicto está el asunto más importante de cómo los discípulos de Jesús se posicionan hacia la palabra de Dios. No se trata simplemente de nuestra comprensión de lo que la Escritura es, o la convicción de la infalibilidad de la Escritura, o incluso a donde llegamos con diferentes interpretaciones. Es, fundamentalmente, cómo nos acercamos a las palabras de Dios, incluso antes de llegar a la parte de la interpretación. Se trata de cómo nos vemos cuando estamos viendo la Escritura.

La pregunta es: ¿qué hace la Iglesia cuando está haciendo lo que hace con la Biblia?

Cuando el consenso es el rey

Una propuesta podría ser el decir que la forma en que los Cristianos entienden la Escritura debe ser determinada por los valores de la propia iglesia. La autoridad no es la Biblia, sino lo que la iglesia dice en conjunto. Al defender este punto de vista, un erudito escribe: “Para los cristianos, la interpretación de las Escrituras debe dar forma y ser moldeada por las convicciones, prácticas y preocupaciones de las comunidades cristianas como parte de su lucha en curso para vivir y adorar fielmente ante Dios” (Fowl, Engaging Scripture, 62).

Pero si las “convicciones, prácticas y preocupaciones” de la iglesia deben dar forma a nuestra lectura de la Biblia, ¿de dónde vienen? De acuerdo a este enfoque, estos valores se forman por consenso de la iglesia. Todo es cuestión de lo que la iglesia piensa colectivamente: lo que sea que la Iglesia sienta que es importante en esta “lucha permanente” de vivir y adorar fielmente. Pero, ¿cómo sabemos lo que es importante?

Como este erudito continúa argumentando, nuestro discernimiento se supone que viene por la dirección del Espíritu. Es necesario “leer el Espíritu”. Ahora, eso puede sonar muy bien, pero no está claro. ¿Cómo seguimos al Espíritu cuando no se toma en cuenta el texto que Él ilumina? ¿Cómo podemos escuchar Su voz cuando Sus palabras se silencian? ¿Es correcto amortiguar algo de lo que Dios dice porque muchos Cristianos profesantes creen que debería ser diferente?

¿Cómo podemos escuchar Su voz cuando Sus palabras se silencian?

Persiguiendo el espíritu incorrecto

Cuando se llega a esto —cuando el consenso de lo que es importante se basa en los sentimientos de la iglesia que están desconectados de lo que dice la Biblia— entonces la única motivación legítima para el consenso es la presión de la sociedad. El espíritu de la época se convierte en el verdadero espíritu que seguimos, y después este se convierte en el camino de vida en el que tratamos de meter la palabra de Dios, recortando las partes que no encajan. Aquí es donde se encuentran las “convicciones, prácticas y preocupaciones” que dan forma a la comprensión de la Escritura.

Y cuando se trata de tomar posiciones reales, si el consenso es claro —por ejemplo, si el problema sigue siendo divisivo— entonces la única opción es la de reclamar la neutralidad. Hasta que la autoridad real de consenso sale a jugar, lo único que podemos hacer es comprar tiempo en el banquillo y decir que todo esto se trata de sensibilidades personales.

Esta postura hacia la Escritura está muy alejada del discipulado al que Jesús nos llama. Él dice “enséñales a obedecer todo lo que os he mandado. Toma tu cruz, deja que los muertos entierren a los muertos, no mires hacia atrás. No des la espalda a mi palabra. No te llenes de la opinión popular. No guardes la calma y no te asegures de que le gustas a todo el mundo”.

Humillado en esperanza

Hay una mejor manera. No es nueva, ni profunda. Es el enfoque de simplemente dejar que la Escritura tenga su opinión.

Claro, la Biblia debe ser interpretada, y eso es importante. Y hay desacuerdos en algunas partes, y ha habido cosas ridículas en la historia que fueron apoyadas por lecturas incorrectas. Pero la humildad aquí no es tirar las manos en el aire y decir que la lectura de cada uno es legítima. La humildad no es mirar el uno al otro y confundir la hermenéutica con la dignidad humana.

La humildad tiene que ver con la forma en que llegamos a la Biblia.

Esto significa que nos acercamos a las Escrituras, incluso antes de abrir sus páginas, por el apego a Dios, no a nosotros mismos. Venimos cediendo, con oídos ansiosos, esperando que Dios santifique nuestras mentes, no que nuestras mentes sancionen su voluntad. Como Calvino dice, “invitemos a nuestra razón a ceder, sometámonos, y sujetémonos a su vez al Espíritu Santo”, que trabaja con su palabra, no aparte de ella. Nunca en su contra.

La humildad tiene que ver con la forma en que llegamos a la Biblia

El corazón humilde da paso a la palabra de Dios, incluso cuando es impopular, y ora:

Señor, muéstrame tus caminos, y enséñame tus sendas. Guíame en tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti espero todo el día. (Salmo 25:4-5).


Este artículo fue publicado originalmente el 2 de abril 2014 para Desiring God. Traducido por Carmen Herrera.
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