¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya para nada sirve. Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro padre que está en los cielos”, Mateo 5:13-16.

Recientemente, una amiga cercana llevó una visitante de otra ciudad a nuestra iglesia. Al final se acercó con lágrimas de gozo agradecida por la Palabra, y algo que comentó se ha quedado conmigo desde ese momento. Y es que dijo, aún con lágrimas: “¡aquí veo gente viva!”.

Me llena de alegría ver que Dios está avivando más y más iglesias en toda Hispanoamérica. A la vez, me entristece encontrarme con creyentes que, bajo la bandera de su denominación, formación, años de ministerio, o “santidad”, existen y habitan en un mundo caído con una postura de que ellos y su iglesia son un “museo de santos”. Sin notarlo, pierden de vista que la iglesia no es un museo de santos, sino un hospital de pecadores, y quienes ahí servimos somos sanos solo por fe, solo por la gracia de Dios. Es  por ello, y en respuesta a ello, que le amamos y amamos lo que Él ama: su gloria, su iglesia y a las personas que serán por Él rescatadas. Sin embargo, lo que ven los perdidos en muchos cristianos es esencialmente grupos cuasi-sectarios, en donde quienes forman parte de ellos habitan, trabajan, practican deporte, compran, venden y muchas veces hasta se congregan con el mismo porcentaje de gozo y alegría que un cactus.

¿Embajadores o degustadores?

Leyendo a algunos pastores que admiro, y platicando con amigos en el ministerio, noto que muchos nos hemos dado cuenta de que hay una triste realidad en varias iglesias, que aunque parece que crecen en número de congregantes, no hay muchas conversiones. Son más las personas que llegan de otras iglesias, por diversas razones, que los pocos los que vienen y literalmente Dios resplandece a sus vidas, les da convicción de pecado y se rinden al Señorío de Jesucristo.

Tal vez sin notarlo, muchas iglesias están dejando de ser iglesia, y se están volviendo un centro de educación teológica…nada real y nada práctica. Sí, la gente aprende las doctrinas importantes, pero no hay fruto en su vida relevante. Amados hermanos, ¡somos representantes de Cristo! ¿No has notado que los mejores momentos de nuestro Rey no fueron por debates teológicos, o brillantes argumentos, sino en amor hacia la gente?

El Apóstol nos dice que “somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros…”, 2 Corintios 5:20. El ministerio de la iglesia incluye el ministerio de la reconciliación, el que Dios está por medio de nosotros (no solo de nuestros sermones, o de nuestros blogs, o de nuestro pescadito en la cajuela del auto) sino de nuestras vidas transformadas y con el fruto (amor y gozo incluido) que eso conlleva, procurando que se reconcilien con Él.

Jesús nos vino a dar ejemplo (Jn. 13:15) de humildad y gozoso amor servicial. Y lo vino a mostrar a quienes éramos sus enemigos. ¿Con que quieres seguir a Jesús? Bueno, pues Él te puso hoy en una empresa/escuela/equipo deportivo (árbitros incluidos, aunque tú no lo creas)/mercados y plazas/clientes o proveedores/vecinos, rodeado de enemigos de Dios y (muchas veces nuestros), para que ellos puedan ver, no solo oír, la realidad de nuestro Dios. Recuerda que Mateo dice que somos luz, no bocinas, porque la luz se ve.

¿Sigues a Jesús?

Jesús tenía tanto gozo que los niños querían ir a Él. Hoy hay cristianos con tan grandes carotas que los niños huyen de ellos. Jesús se interesaba por las historias y lo que las personas estaban pasando (Jn. 4). ¿Cuándo fue la última vez que conociste a alguien nuevo y sencillamente le escuchaste?

Hemos perdido el corazón de Dios por los que aún están perdidos. Él se movía muchas veces en pro de ir a alcanzar a quienes el mundo ya rechazaba (leprosos, endemoniados, ciegos, publicanos, etc…). ¿Por qué nos acomodamos tanto en nuestro “ambiente eco-cristiano” y no seguimos a Jesús en pro de amar, escuchar, conocer, servir, y que otros puedan ver el gozo que produce el haber sido rescatados por Él? En lo personal derivo mi perspectiva de evangelismo de un famoso teólogo antiguo que decía: “Para mí, todos en mi ciudad son escogidos hasta que me demuestren lo contrario”.

Si pasas más tiempo “degustando” sermones que amando a las personas de parte de Jesús, siendo Su representante, y modelando el amor, el gozo y la esperanza que hemos recibido de Él, estás siguiendo a alguien más —tal vez algún famoso predicador— pero no a Jesús.

Dios nos ha llamado a vivir para Su gloria. John Piper diría: Dios es más glorificado en nosotros, cuando nosotros estamos más satisfechos en Él. ¿Estás satisfecho en Él? ¿Sí? El mundo allá afuera necesita ver el gozo y la alegría que da el tener a Dios delante de nosotros, y lo delicioso que es habitar en Su presencia. (Salmo 16:5-11).

Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando