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Desde hace semanas, Nicaragua aparece a diario en las noticias en todo el mundo. Incluso en Coalición por el Evangelio hemos escrito sobre el conflicto actual (aquí y aquí), explicando brevemente las razones del mismo y cómo ha venido desarrollándose.

Sabemos que el país atraviesa una crisis que afecta a toda la sociedad. Pero en medio de la información que recibimos, es posible olvidar que la iglesia allí también está siendo afectada.

Luego de haber conversado recientemente con Pablo Loaisiga, pastor de la Iglesia Comunidad Vida, en Matalgapa (en el centro del país), quisiera compartir contigo tres cosas que te animo a considerar cuando ores por los creyentes en Nicaragua.

1. La crisis política y social se ha intensificado

Primero, entendamos que el contexto de la iglesia empeora a medida que el conflicto político avanza. Como muestra de eso, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) informó este miércoles que desde abril pasado han muerto 127 personas en los enfrentamientos y han habido más de 1,200 heridos. A su vez, acusó al Gobierno de Nicaragua de fomentar “un escalamiento de la violencia con nuevas prácticas represivas”.

Al respecto, el pastor Loaisiga me escribió:

“Una de las ciudades más importantes del país está prácticamente en control de los ciudadanos que participan en las protestas. Los bloqueos en las principales carreteras del país se han puesto más estrictos… En el país reina un ambiente de inseguridad impresionante. Toda la policía está enfocada a las protestas y no salen de sus estaciones, lo que ha convertido las calles y carreteras en tierra de nadie… El gobierno ha tomado esta medida para que todo crimen sea tratado como responsabilidad de los protestantes… A partir de las seis de la tarde, las personas se encierra en sus casa; los que salen de sus hogares, lo hacen bajo su propio riesgo. Las balaceras son comunes todos los días”.

Todo esto ha impactado los proyectos, presupuestos, y esfuerzos de las iglesias en Nicaragua por continuar con sus actividades buscando ser luz en el país.

2. La iglesia evangélica atraviesa una crisis de credibilidad

Añadamos a lo anterior el hecho de que la iglesia evangélica en general ha perdido credibilidad ante amplios sectores de la opinión pública, aunque por un tiempo la Alianza Evangélica trató de mediar en el conflicto.

“La falta de unidad y de mantener objetivos claros le ha restado fuerza a la iglesia a la hora de enfrentar la situación”, comenta Loaisiga. Esto se evidencia cuando algunos pastores publican comunicados a favor de las protestas mientras otros en contra. En palabras de Loaisiga:

“La grandes denominaciones dieron orden a las congregaciones locales a no meterse en nada. Eso ha provocado que, aun en medio de una crisis humanitaria… la mayoría de los templos permanecieran cerrados. La gran mayoría de las iglesias guardan completo silencio… En contraste, la Iglesia Católica, al ser una organización monolítica, ha tenido una sola postura de llamado al diálogo y la paz”.

Además, es importante entender que parte de la crisis de credibilidad actual tiene sus raíces en años anteriores. “En su afán de consolidar su poder, el gobierno en el pasado vio en la iglesia evangélica un aliado, y para ganar su simpatía la llenó de favores… Todos esos favores le quitaron fuerza y credibilidad a la iglesia, y es en tiempos como estos cuando el gobierno anda cobrando esos favores”, afirma Loaisiga.

3. Creemos en un Dios soberano que oye nuestras oraciones

¿Qué podemos hacer ante el panorama en Nicaragua, junto a la crisis de credibilidad que la iglesia evangélica atraviesa? En nuestras propias fuerzas, podemos hacer poco. Pero nuestro Dios soberano puede hacer más y mejor de lo que podemos pedir (Ef. 3:20-21).

Por lo tanto, al orar por la iglesia en Nicaragua, nuestra mirada no debe estar puesta únicamente en los problemas internos y externos de la iglesia. Nuestra mirada debe estar puesta en el Rey en quien podemos confiar, que nos escucha y dirige toda la historia haciendo que todo en el universo obre para el bien de sus hijos (Ro. 8:28).

“No desmayemos, Dios está en control. Él es soberano y poderoso, y al final su nombre va a ser glorificado”, es la convicción del pastor Loaisiga. Esto deberíamos movernos a tener esperanza ante la situación que atraviesa el país. Concluye Loasiga:

“En tiempos de crisis como estos, no podemos convertirnos en una voz de desolación o que aliente a la violencia, sino que tenemos que ser una voz de esperanza, de paz y de reconciliación. Vivimos tiempos duros, pero ellos son una oportunidad para servir al necesitado, acompañar a los que lloran, y consolar a los quebrantados. Tenemos una oportunidad de oro para demostrar el amor de Jesús como muchas personas no lo han experimentado antes. No podemos permitir que las pasiones políticas nos gobiernen, sino que debemos ser fieles a nuestro llamado como ministros del Señor”.

El panorama luce oscuro. Pero la iglesia está llamada a ser luz. Comprendiendo todo esto, oremos por misericordia para Nicaragua, sumida en la violencia; oremos también por el cuerpo de Cristo, que pueda crecer en credibilidad y reflejar a nuestro Señor, aprendiendo de los errores que haya podido cometer, para alabanza del nombre de nuestro Dios; y oremos que la fe de los creyentes en este país no falle.


Imagen: Azteca Noticias.
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