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Nota del editor: 

Este artículo es el último de una serie de tres reflexiones basadas en Proverbios 5, donde Salomón aconseja a los enamorados. Lee la segunda parte.

A través de una bella analogía, Salomón señala que la belleza de una relación íntima —con alguien conocido— se basa en un sentido de propiedad, fidelidad, entrega, pasión y cuidado mutuo que nunca se podría encontrar en la superficialidad de una relación con un extraño. Analicemos tres de las verdades que Salomón nos enseña sobre el amor genuino en Proverbios 5:15-23:

1) El amor genuino es como una fuente de vida única y propia

Bebe agua de tu cisterna y agua fresca de tu pozo” (Proverbios 5:15).

El “agua de tu cisterna” (v. 15) no tiene las características gustativas de la miel o el aceite, pero es el elemento más preciado para el sostén de la vida. Es interesante notar que tanto la cisterna (depósito de agua) y el pozo (perforación para extracción de aguas subterráneas) solo podrán ser construidos si es que existen derechos de propiedad sobre el terreno. Esto involucra entonces un compromiso de largo plazo como el pago de un precio por la permanencia, un deseo de proyectarse en el lugar, el haber trabajado para su extracción, etc. Todo eso nos habla de un amor que se funde en un conocimiento mutuo, en un deseo de arraigo, en la disposición de vivir una vida juntos y establecer una sola fuente de sostén. Eso no es algo que ofrezca la potencial superficialidad de la relación con un extraño.

Toda relación verdadera involucra un deseo de compromiso y bendición mutua

La gran diferencia entre una relación con un extraño y con un conocido es que, en la segunda, existe una mayor posibilidad de que ambas partes se comprometan en fidelidad y copropiedad para traer beneficios a la relación. Tanto la “cisterna” como el “pozo” son construcciones que demandan tiempo y esfuerzo. La primera intenta traer beneficios y bendición de afuera hacia la relación; la segunda construcción involucra extraer los beneficios de dentro para el disfrute mutuo. Lo importante es señalar que toda relación verdadera involucra un deseo de compromiso y bendición mutua que no podrá darse mientras no haya una relación de pertenencia y conocimiento profundo.

“¿Se derramarán por fuera tus manantiales, tus arroyos de aguas por las calles? Sean para ti solo, y no para los extraños contigo” (Proverbios 5:16-17).

Salomón sigue con la ilustración del agua para señalar que toda relación es intransferible y privada. El agua preservada en cisternas o extraídas del pozo no pueden simplemente derramarse por las calles como si no fueran valiosas (v. 16). Un líquido tan preciado debe conservarse para el beneficio mutuo, porque sería un verdadero sinsentido permitir que se derrame por las calles. De la misma manera, los beneficios de una relación deben quedar relegados al ámbito de la misma relación, para que nadie se aproveche de las bendiciones que provee (v. 17).

2) El amor genuino es como una fuente única de placer y satisfacción

“Sea bendita tu fuente, y regocíjate con la mujer de tu juventud, amante cierva y graciosa gacela; que sus senos te satisfagan en todo tiempo, su amor te embriague para siempre” (Proverbios 5:18-19).

Para que no quede duda acerca de lo que está hablando, el proverbista hace uso de algunas analogías conocidas como poesía íntima oriental, en donde a través de las figuras de la “fuente” de aguas y la graciosa “gacela” se está ejemplificando el placer de la intimidad sexual. Esta se manifiesta simbólicamente a través de los gráciles movimientos de la gacela, para luego pasar de manera directa a mostrar un aspecto del placer íntimo sexual.

Todo esto es hermoso y deseable entre dos personas que se conocen profundamente, que han establecido un compromiso permanente entre ellas, en el matrimonio, y que han decidido compartir su amor por el resto de sus vidas. Una realidad muy diferente al aparente placer producido por un extraño que, al final, solo produce amargura y es como una espada de dos filos clavada en el corazón.

3) El amor genuino es definido y legitimado por Dios

Salomón concluye su consejo con una pregunta que busca confrontar a sus discípulos. Después de todo lo mencionado, él se pregunta acerca de las razones que podrían motivar a alguien a dejarse seducir por algún extraño. Sin embargo, antes de recibir una respuesta, Salomón, muy astutamente, parece decirles, “antes de que me respondan, permítanme hacerles tres advertencias”:

Primera advertencia: Dios es soberano 

“Pues los caminos del hombre están delante de los ojos del Señor, y Él observa todos sus senderos” (Proverbios 5:21).

Recuerda que no podemos engañar al Señor y que Él está al tanto de todos nuestros caminos. Nada puede estar ajeno a su soberanía y dirección, por lo que no podríamos justificar una caída como consecuencia de la ausencia de Dios en algún momento débil de nuestras vidas.

Recuerda que no podemos engañar al Señor y que Él está al tanto de todos nuestros caminos

Segunda advertencia: Nosotros también somos culpables

“De sus propias iniquidades será presa el impío, y en los lazos de su pecado quedará atrapado” (Proverbios 5:22).

Si caemos en la seducción de un extraño, no tratemos de culpar a nadie más que a nosotros mismos. Somos pecadores y podemos quedar atrapados en los lazos de nuestros pecados y necedades. Los que caen seducidos por un extraño siempre tienden a culpar a esa persona por todos sus males. Sin embargo, mientras no reconozcamos nuestra propia responsabilidad no habremos aprendido la lección.

Tercera advertencia: La insensatez produce muerte

“Morirá por falta de instrucción, y por su mucha necedad perecerá” (Proverbios 5:23).

Luego de esta exhortación ya no podremos apelar a una supuesta ignorancia. Es cierto que una persona sin Cristo puede morir por falta de instrucción, pero los que hemos recibido este consejo ya no podemos apelar a ella como justificación para nuestra derrota. Si la ignorancia no es una causal, sí lo puede ser la necedad que —como lo demuestra todo el libro de Proverbios— es lo opuesto a la sabiduría.

Este consejo sabio escrito hace más de tres mil años sigue resonando en nuestro tiempo: retrata la realidad de los corazones de muchos jóvenes y señoritas necesitados de dirección en una de las áreas más importantes de sus vidas. Recordemos estos consejos milenarios que Proverbios nos describe con absoluta claridad:

“El hombre prudente ve el mal y se esconde, los simples siguen adelante y pagan las consecuencias” (Proverbios 27:12).

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