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Recuerdo una conversación con un joven acerca de la vida universitaria. Él estaba en el primer año de ingeniería, pero deseaba estudiar una rama de humanidades. El gran miedo de sus padres era la “ideología”, porque podría debilitar su fe, como a muchos cristianos universitarios. Quería conocer mi experiencia, ya que tanto mi carrera —como la universidad donde curso mis estudios— están asociadas a la política y a la ideología progresista. De alguna manera, yo podía darle una opinión desde adentro.

El problema en la facultad de humanidades

Durante mucho tiempo, los cristianos que entraban a la universidad se enfrentaban al debate fe vs. razón. Si bien ya se ha insistido que se trata de una falsa dicotomía, la discusión se reaviva cada tanto por las declaraciones controversiales de algún ateo. Sin embargo, se trata más de una retórica bien pulida que de verdaderos argumentos. Seguramente el debate siga existiendo en algunos ámbitos de las ciencias llamadas “duras”, pero no es lo que yo encontré en mi carrera.

El conflicto que viví fue más como una “fe vs. fe”, y quiero explicar a lo que me refiero. No es que la ciencia sea un peligro para la fe, sino que las teorías y filosofías se presentan como sabiduría sofisticada, con discursos que parecen explicarlo todo. Si a esto se suma el activismo social, el ambiente se convierte en una corriente capaz de arrastrar la fe de muchos.

No seremos más sabios por conocer más teorías sociológicas ni escuelas de pensamiento; porque, en definitiva, Cristo es nuestra sabiduría

No tengo ánimos de asustar a nadie, ni alentar una inquisición, pero el progresismo cultural es pan diario en las universidades, especialmente en las estatales. Ese progresismo puede venir en la forma de marxismo cultural, feminismo, ecologismo radical, y otras corrientes. Cualquiera sea la versión ideológica, todas proponen una visión del mundo y del hombre, e intentan dar una respuesta al problema humano y del sentido de la vida. Ellas ofrecen una cosmovisión con un “evangelio”, un mensaje de salvación. Incluso, en algún sentido, tienen su propia comunidad de creyentes.

Esta lucha, que en algún momento enfrentarás, no es contra la ciencia ni contra el conocimiento. Más bien, es contra las teorías de hombres que se oponen a Dios y lo niegan abiertamente. Muchos necesitan admitir lo que el Dr. John Lennox afirmó: “cuanto más comprendo la ciencia, más creo en Dios”.[1] Esta es una lucha por la verdad contra filosofías huecas que intentan persuadirnos al error con astutas sutilezas (Col. 2:8). Por eso quiero darte estos consejos deseando que te puedan orientar.

1) Ten una mente crítica

Durante los primeros años de universidad, quería demostrar que el cristianismo y algunas corrientes humanistas podían conciliarse en su causa común de mejorar la vida humana. Tenía la convicción de que una síntesis era posible. Pero fue un error, no solo porque mi comprensión acerca de mi fe era inmadura, sino porque fui ingenuo respecto a aquellas corrientes de pensamiento.

Cuando uno es joven tiene el deseo ferviente de que Jesús sea relevante a la cultura, y al final ese deseo cuando está mal informado puede llevarnos por caminos peligrosos. Debemos tener una actitud de humildad y valor, y no debemos menospreciar las ciencias. Pero entrar a la vida universitaria con una mente ingenua será de poca ayuda y mucho peligro. No seremos más sabios por conocer más teorías sociológicas ni escuelas de pensamiento porque, en definitiva, Cristo es nuestra sabiduría (1 Co. 1:24, 30; Col. 2:3). Debemos desarrollar una mente crítica, que no quede fascinada por filosofías bien elaboradas, y así seamos capaces de distinguir lo bueno de lo malo.

2) Cuida tu vida devocional

Cuando hablo de tener una mente crítica, no propongo que leas todas las teorías sociales que existen. Para tener una mente alerta, el cristiano necesita ejercitarse con la Palabra de Dios. El Espíritu Santo nos transforma en nuestro entendimiento para que maduremos en Cristo (Ef. 1:17-18). Es nuestra responsabilidad permanecer firmes en la fe recibida. Seguramente surjan dudas acerca de tu fe. Eso no es algo malo, es de esperar que tu mente dude. Pero no porque la Biblia no sea verdadera, sino porque es nuestro entendimiento el que aún debe aprender y madurar.

Debemos desarrollar una mente crítica, que no quede fascinada por filosofías bien elaboradas, y así seamos capaces de distinguir lo bueno de lo malo

Las dudas deben movernos constantemente hacia la Palabra, la fuente de toda sabiduría, para no ser engañados por razonamientos persuasivos, ni vanas sutilezas. Podemos satisfacer toda nuestra hambre de conocimiento en Jesús, pues en Él habita la plenitud de la deidad (Col. 2:9-10).

En la universidad recibirás un bombardeo de teorías que te harán repensar tu fe. Por eso es importante estar bien nutrido por la Palabra de verdad. Debes ir a Jesús cada día. Separa momentos para ejercitarte en las disciplinas espirituales. Invierte tiempo en la lectura de buenos libros cristianos que te ayuden a mantenerte firme. Muchas veces el tiempo devocional es lo primero que descartan los estudiantes cuando están bajo presión. Pero te conviene empezar a organizar tu tiempo y tus prioridades para crear hábitos espirituales.

3) Comprométete con tu iglesia local

Algo crucial en mi vida fue tomar el compromiso con una iglesia local. Ser discipulado y corregido por mis hermanos y pastores es de gran bendición. Sus experiencias y consejos me nutrieron mucho. Pero más allá de la información que puedan dar, el afecto y amor fraternal es una gran arma contra el error.

Muchos jóvenes encuentran en la universidad esa comunidad de “creyentes” sinceros que tanto anhelan, y el ambiente de compañerismo que buscan. Estar rodeado de cristianos maduros, fieles, y llenos de amor fraternal me sostuvo para no perderme en iniciativas políticas. Hubo hombres en mi vida que me plantearon los errores en mi pensamiento, y me llamaron la atención por ser ingenuo al tratar de conciliar la verdad con el error. Ellos me animaron a tener una vida espiritual saludable: firme en la Palabra, la oración, y la comunión.

Si quieres sobrevivir a la universidad, especialmente en carreras humanísticas, necesitas comprometerte con tu iglesia local. Este es el consejo que puedo darte si ya estás estudiando una carrera en ciencias sociales o humanidades, o tienes planeado hacerlo.

Espero que, alentado y unido en amor con tus hermanos, procures que nadie te haga cautivo del error sino que busques crecer más en semejanza a Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento (Col. 2:2-4).

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