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Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado de Iglesia centrada: Cómo ejercer un ministro equilibrado y centrado en el evangelio en la ciudad (Vida, 2013), por Timothy Keller.

Contrario a la creencia popular, nuestro propósito no es hacer que el no creyente “se sienta cómodo” en nuestras iglesias.

Después de todo, en 1 Corintios 14:24-25 y Hechos 2:12,37, el no creyente “se sentirá convencido por todos de que es un pecador; los secretos de su corazón quedarán al descubierto” (NVI); se sentirá “desconcertado y perplejo” y “profundamente conmovido”.

Nuestra meta es ser inteligibles para ellos. Debemos hablar a los “secretos de sus corazones” (1 Co. 14:25), así que debemos recordar cómo es el no creer. ¿Cómo hacemos eso?

1. Procure adorar y predicar en lenguaje vernáculo

Es imposible exagerar cuán estrecha y subcultural se puede volver nuestra predicación. A menudo hacemos afirmaciones que son persuasivas y contundentes para nosotros, pero que se basan en toda una serie de premisas que la persona secular no tiene.

En su predicación, siempre esté dispuesto a atender las preguntas que el corazón del no creyente hará.

Los predicadores a menudo utilizan referencias, términos, y frases que no significan nada fuera de nuestra tribu cristiana. Así que debemos intencionalmente tratar de evitar la jerga teológica o evangélica innecesaria, explicando cuidadosamente los conceptos teológicos básicos detrás de la confesión de pecado, la alabanza, la acción de gracias, y cosas por el estilo.

En su predicación, siempre esté dispuesto a atender las preguntas que el corazón del no creyente hará. Hable con respeto y simpatía a los que tienen dificultades con el cristianismo. Al preparar el sermón, imagínese a un no cristiano particularmente escéptico sentado en el banco escuchándole. Asegúrese de añadir los apartes, los cualificadores, y las explicaciones adicionales que sean necesarias para comunicar de una manera comprensible para esa persona. Escuche todo lo que se dice en el culto de adoración con los oídos de alguien que tiene dudas o lucha con creer.

2. Explique el culto conforme avanza

Aunque aquí corremos el peligro de la verborrea pastoral que distrae en la experiencia de adoración, aprenda a dar explicaciones de una o dos frases, sin jerga, de cada parte del culto conforme llega. Por ejemplo, antes de dirigir una oración de confesión, puede decir: “Cuando confesamos nuestros pecados, no estamos arrastrándonos en la culpa, sino lidiando con nuestra culpa. Si negamos nuestros pecados, no podremos librarnos de ellos”.

Es extremadamente importante que los no creyentes perciban que los entendemos.

También puede ser útil empezar un culto de adoración (como se acostumbra en las iglesias afroamericanas) con un “devocional”; una breve charla que explica el significado de la adoración. Al hacer esto, estaremos continuamente instruyendo a los nuevos respecto a la adoración.

3. Hable y dé la bienvenida directamente a los no creyentes

Hable regularmente a “ustedes que no están seguros de creer esto, o que no están ni siquiera seguros de lo que creen”. Haga varias paradas, incluso tratando de expresar el lenguaje del corazón de ellos. Articule sus objeciones a la doctrina y la vida cristianas mejor de lo que ellos mismos puedan hacerlo. Exprese simpatía sincera por sus dificultades, incluso al retarles de forma directa por su egoísmo e incredulidad. Amoneste con lágrimas (literal o figuradamente).

Es extremadamente importante que los no creyentes perciban que los entendemos. Siempre concédales el mérito, cualquiera que sea el grado, que tengan sus objeciones.

  • “Ya lo intenté antes, y no funcionó”.
  • “No veo cómo mi vida pudiera ser el resultado del plan de un Dios amante”.
  • “El cristianismo es una camisa de fuerza”.
  • “No puede ser malo si se siente tan bien”.
  • “Nunca podría mantenerme a la altura”.
  • “No me siento digno; soy demasiado malo”.
  • “Simplemente no puedo creer”.

4. Considere utilizar arte de alta calidad en la adoración

El poder del buen arte atrae a quienes lo contemplan. Entra en el alma por la imaginación y empieza a apelar a la razón. El arte hace plausibles las ideas. La calidad de nuestra música, su oratoria, e incluso la estética visual en la adoración, ejercerán un marcado impacto en su poder evangelizador particularmente en centros culturales.

En muchas iglesias la calidad de la música es mediocre o pobre, pero eso no perturba a los fieles. ¿Por qué? Su fe hace significativas las palabras del himno o del canto, a pesar de su falta de expresión artística; lo que es más, los fieles por lo general tienen una relación personal con el que presenta la música. Pero cualquiera de afuera que viene como persona que no está convencida de la verdad y que no tiene una relación personal con el presentador, con toda probabilidad se aburrirá o irritará por la forma de expresión.

El bajo nivel de calidad artística en muchas iglesias garantiza que solo continuarán viniendo los de adentro.

En otras palabras, la estética excelente incluye a los de afuera, en tanto que la estética mediocre los excluye. El bajo nivel de calidad artística en muchas iglesias garantiza que solo continuarán viniendo los de adentro. Para los no cristianos, la atracción del buen arte ejercerá un importante efecto.

5. Celebre las obras de misericordia y justicia

Vivimos en un tiempo cuando la estimación que el público tiene de la iglesia está cayendo a plomo. Para muchos de afuera y buscadores, las obras de la iglesia serán mucho más importantes que nuestras palabras para ganar plausibilidad (Hch. 4:32-33). Los líderes en la mayoría de los lugares ven a las iglesias “de solo palabras” como un costo neto para su comunidad, como organizaciones de valor relativamente escaso. Pero las iglesias efectivas estarán tan involucradas en obras de misericordia y justicia que los de afuera dirán: “No podemos vivir sin iglesias como esta. Esta iglesia está canalizando tanto valor a nuestra comunidad que si se fuera del barrio, tendríamos que subir los impuestos”.

Los cultos de adoración evangelizadores deben destacar las ofrendas para el ministerio de obras y celebrarlas dando informes, testimonios, y oraciones. Es mejor que las ofrendas para ministerios de misericordia se reciban separadamente de la ofrenda regular; pueden ir unidas (como es tradicional) a la celebración de la Cena del Señor. Esta conexión pone ante los no creyentes el impacto del evangelio en los corazones de la gente (por ejemplo, el evangelio nos hace generosos) y el impacto de las vidas volcadas hacia el mundo.

6. Presente los sacramentos como para hacer claro el evangelio

Al bautismo, especialmente al bautismo de adultos, se le debe dar gran significación en el culto de adoración evangelizados: Considere proveer una oportunidad para que los bautizados den su testimonio personal, así como también para que respondan a ciertas preguntas. Haga claro el significado del bautismo mediante una exhortación conmovedora, alegre, y personal a los bautizados (y a todos los cristianos presentes ya bautizados).

Además, la Cena del Señor también puede llegar a ser una ordenanza que convierte. Si se explica apropiadamente, el no creyente tendrá una manera específica y visible de ver la diferencia entre andar con Cristo y vivir para uno mismo. La Cena del Señor confronta a todo individuo con la pregunta: “¿Estás en buena relación con Dios hoy? ¿Ahora mismo?”. Tal vez no haya manera más efectiva de ayudar a una persona a hacer un inventario espiritual.

Hay un mensaje básico que tanto los cristianos como los no cristianos deben oír vez tras vez: el evangelio de la gracia.

Muchos buscadores en las iglesias solo se darán cuenta de que no son verdaderamente cristianos cuando estén “frente a la mesa”.

7. Predique la gracia

El único mensaje que tanto creyentes como no creyentes necesitan oír es que la salvación y la adopción es solo por gracia.

Si nuestra respuesta a este énfasis en la predicación orientada a la gracia es: “Los cristianos se aburrirán con todo esto”, pienso que estamos revelando una falta de comprensión del evangelio. El evangelio de la justificación y adopción libres, gratuitas, no es solo la manera por la que entramos en el reino; es también la manera en que crecemos a semejanza de Cristo. El apóstol Pablo nos dice que es el mensaje original, salvador, de la “sola gracia”, el que conduce a una vida santificada (Tito 2:11-13).

Muchos cristianos están derrotados y estancados en su crecimiento porque tratan de ser santos por las razones equivocadas. Le dicen que no a la tentación diciéndose a sí mismos: 

  • “Dios me pillará”.
  • “La gente se enterará”.
  • “Me detestaré a mí mismo mañana”.
  • “Lesionaré mi autoestima”.
  • “Haré daño a otros”.
  • “Es contra la ley, y me pescarán”.
  • “Va contra mis principios”.
  • “Quedaré mal”.

Algunos, o quizás todos, estos enunciados pueden ser verdad, pero la Biblia nos dice que son inadecuados. Solo la gracia de Dios expresada mediante la lógica del evangelio funcionará.

Por consiguiente, hay un mensaje básico que tanto los cristianos como los no cristianos deben oír vez tras vez: el evangelio de la gracia. Se puede aplicar a ambos grupos directamente y con fuerza. Los sermones moralistas solo serán aplicables a uno de los grupos; bien sea a cristianos o a no cristianos. Pero la predicación cristocéntrica del evangelio ayuda a crecer a los creyentes y presenta un reto a los no creyentes.

Sí, si nuestro culto del domingo y el sermón apuntan primordialmente a la evangelización, a la larga aburriremos a los santos. Y si nuestra predicación constantemente apunta de forma primordial a la educación, a la larga aburriremos y confundiremos a los no creyentes. Pero cuando nuestra adoración y predicación apuntan a alabar al Dios que salva por gracia, estaremos presentando un reto e instruyendo tanto a creyentes como a no creyentes.


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Imagen: Lightstock.

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