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Con frecuencia recuerdo el día que conocí a mi esposa. Fue en junio del año 1997. Ese día acompañé a mi mejor amigo a un retiro de jóvenes donde él iba a cantar. Jamás me imaginé que mi vida iba a cambiar a partir de ese momento. Cerca de 20 años después recuerdo tantos detalles de ese día: su vestido, peinado, y su sonrisa. En camino de regreso recuerdo hablar con mi amigo sobre la chica que conocí y lo asombrado que estaba al pensar que ella siendo tan hermosa pareciera prestarme atención.

Vivo hoy igual de enamorado de mi esposa, porque veo la gracia de que por alguna razón que todavía no comprendo, ella me prestó atención. Desde mi perspectiva ella era la mujer más hermosa en ese retiro. Si ven la foto que acompañan mis artículos es evidente que el atractivo físico no es mi fortaleza. Es por pura gracia que ella me prestara atención, y eso me hace amarla más profundamente. Si me conoces algún día este asombro saldrá a relucir ya que hablo constantemente de ella. Después de todo, si la amo, ¿cómo no hablar de ella?

Impulsados por gracia

A veces nos olvidamos que la manera en que Jesús nos amó fue por pura gracia. No es que no estemos conscientes de la gracia de Dios, o que no mencionemos las doctrinas de la gracia en nuestras prédicas o comentarios en Facebook. El problema es que hablamos de estas cosas pero no procuramos resaltar ni mostrar la belleza de Cristo en nuestro comportamiento. Hablamos de Cristo, pero no demostramos nuestro afecto por Él. Esto resulta en cristianos que prefieren criticar a otros más que apuntarles hacia Jesús.

Esto no significa que no debemos señalar falsas doctrinas o proteger nuestras iglesias de los lobos que seguramente vendrán (Mt. 7:15). Pero sí debemos considerar si nuestra actitud hipercrítica realmente está mostrando la belleza de Cristo. Tenemos que considerar si no estamos cayendo en el mismo pecado de los falsos maestros al tratar de construir una plataforma popular con nuestro memes o prédicas burlonas para ridiculizar a otros con el fin de ganar seguidores.

No todos seremos como Martín Lutero, haciendo grandes llamados a la reforma de la Iglesia, pero todos somos llamados a mostrar la belleza de Cristo. Recordemos que nuestro rol en la Iglesia universal siempre debe ser definido por nuestra iglesia local. Es nuestra iglesia local la que debe comisionarnos a cualquier participación en ministerios extra-locales y todo lo que comuniquemos debe representar las convicciones y direcciones de la iglesia local a la que pertenecemos. Esto quiere decir que si eres un llanero solitario atacando a todos los “herejes”, pero tu pastor no apoya esto, estás desobedeciendo la Palabra de Dios (Hb. 13:17).

La belleza de Cristo

Aunque pienso que es importante señalar doctrinas erróneas, esto nunca debe tener mayor preeminencia que predicar la belleza de Cristo. La defensa de nuestra fe no es lo que traerá verdadero cambio a las personas: es ver el evangelio reflejado en nuestro argumento y cómo lo presentamos. No se trata de solo presentarles lo que está mal: es presentarles la solución perfecta y necesaria. Por su parte Pablo corrigió a la iglesia de los Corintios de un sin número de errores, pero lo hizo siempre predicando a Cristo.

Porque nada me propuse saber entre ustedes excepto a Jesucristo, y Este crucificado (1 Co. 2:2).

¿Pasamos más tiempo obsesionados con los que no están de acuerdo con nosotros o meditando sobre la belleza de Cristo? ¿Cuando leemos la Palabra de Dios, estamos más conscientes del pecado de otros o del pecado propio? ¿Es nuestra mayor motivación señalar los problemas de otros o la belleza de Cristo?

El evangelio nos debe llevar a ver más claramente la belleza de Cristo, no solamente los errores doctrinas de nuestros oponentes. Cuando un vil pecador como José Mercado ve a el Hijo de Dios colgado en un madero por su pecado, su única conclusión debe ser: ¡Cristo, eres hermoso!

Pablo exclama esto claramente en Filipenses 3:7-11:

Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo.

Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por El lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo, y ser hallado en El, no teniendo mi propia justicia derivada de la Ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe, y conocerlo a El, el poder de Su resurrección y la participación en Sus padecimientos, llegando a ser como El en Su muerte, a fin de llegar a la resurrección de entre los muertos.

Cuando Pablo conoció a Cristo, Él dio como pérdida todo el conocimiento religioso y se asombró por el supremo valor de Cristo. ¿Estamos asombrados de esta misma manera? ¿Se refleja este asombro en la forma que comunicamos con los demás? ¿Escribimos nuestros sermones criticando a posturas diferentes de las nuestras o predicando a Cristo? Cuando la dieta principal de nuestra iglesia es: Cuidado con el Nuevo Calvinismo, Las 10 mentiras de los arminianos, Los 5 errores de los cesasionistas, o La locura de los continuistas, estamos olvidando que hemos sido llamados a predicar a Cristo y este crucificado, no solamente a otras personas, sino a nosotros mismos también.

Tú y yo necesitamos ver la belleza de Cristo. Mientras más nos exponemos a la gloria de Cristo, más correcta será nuestra doctrina. Solo al contemplar la belleza de Cristo podemos cuidar nuestros corazones de creernos superiores y terminar siendo fariseos. Necesitamos exactitud doctrinal e interpretar la Biblia con precisión, pero esto es vano si nuestros corazones no ven cuan hermoso es Cristo.

¿Cómo estás tratando a la novia de Cristo?

Muchos por nuestro celo religioso terminamos atacando a la novia de Cristo. Esto es sumamente peligroso porque si atacamos a la novia de Cristo, atacamos a Cristo mismo. Hay que entender claramente quiénes son las personas que no tienen el evangelio y quiénes son las personas con las cuales diferimos en cosas que no son el evangelio. En nuestras interacciones con estas personas, debe haber un tono diferente. Recordemos que Pablo trató a la iglesia de Corinto como hermanos en la fe y ellos fueron corregidos por cosas similares a las que muchas veces atacamos como si fueran herejías. Por otra parte, la iglesia de Galacia tenía apariencia de ser ortodoxa, pero Pablo les trata fuertemente por traer divisiones innecesarias en la misma iglesia. No cometamos el mismo error que cometió Pedro al no sentarse en la mesa con gentiles: tratar a verdaderos hermanos como creyentes de segunda clase.

No nos preocupemos con publicar cosas controversiales para generar tráfico en nuestras páginas o predicar mensajes que se burlan de otros para sentirnos superiores. Mejor, así como no puedo dejar de hablar de mi esposa, hablemos, proclamemos, gritemos, cantemos y prediquemos la belleza de Aquel que dio Su vida por nosotros.

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