Pero, ¿qué tiene de malo?
A muchos de nosotros se nos ha hecho esa pregunta más de una vez. Tal vez fue una amiga de la congregación que quería hacerse un tatuaje. O tu hijo pequeño, cuando le dijiste que no podía ver la película de la que todos sus amigos no dejan de hablar. Sería difícil negar que nosotros también hemos hecho la misma interrogante.
Lo que pocas veces preguntamos es “¿qué tiene de santo?”. Solemos ver la santidad como una línea que jamás debemos cruzar, pero pasamos la vida tratando de averiguar cómo caminar lo más cerca posible del borde.
En realidad, somos llamados a correr hacia lo que es santo, y así caminaremos lejos de la maldad. ¡Hagámoslo todo para la gloria de Dios, y no para satisfacernos a nosotros mismos (1 Corintios 10:31)!
“Cada cosa que hacemos o alimenta la carne o alimenta el espíritu”.
El Dios que se revela
A veces nos afanamos por el miedo de no saber si las decisiones que tomamos honran a Dios. Sin embargo, nuestro Señor es un Dios que se revela. Él es el más interesado en que andemos en su voluntad. Él es fiel y llama a sus ovejas. Nosotros solo debemos escuchar y obedecer.
“Dios siempre nos da suficiente evidencia de cuál es la dirección que Él desea para nuestras vidas, de manera que podamos comenzar a ejercitar nuestra fe en el cumplimiento de Su voluntad”.
¿Cómo? Escudriñemos la Palabra. Tenemos el enorme privilegio de que la Escritura está más disponible para nosotros que nunca antes en la historia. La voluntad de Dios es lo mejor para nosotros, es perfecta (Romanos 12:2). No perdamos tiempo intentando buscar otro camino.
Sigamos creciendo
“La integridad es un valor que muchos admiran y desean, pero que pocos están dispuestos a pagar el precio para cultivar”.
Vivir en integridad y sabiduría es algo de todos los días. Por más años que llevemos en la fe, siempre tendremos algo que aprender. Debemos vivir conscientes de ello. Si no somos humildes, si no tenemos un espíritu enseñable, pronto caeremos en picada.
“Ninguno de nosotros puede considerarse lo suficientemente maduro como para pensar que ya ha adquirido toda la sabiduría necesario para discernir de manera correcta”.
Dios nos ayude a continuar corriendo con paciencia la carrera que tenemos por delante, con los ojos fijos en Jesús (Hebreos 12:1-2), para la gloria de su nombre.
