¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

En Cristo somos salvos de la ira. Nuestra culpa fue removida. Pero no solo eso; en Cristo también fuimos revestidos de justicia. No solo fuimos rescatados del infierno. Ahora, unidos a Jesús, somos parte de una familia que goza de la vida abundante que Él nos ofrece. Pasamos de enemigos de Dios a hijos de Dios.

“La salvación significa ser incorporado en los privilegios de la vida en una nueva familia. Si uno es un hijo adoptivo de Dios, es heredero de Dios y coheredero con Cristo (Romanos 8:17). Es una persona rica” (p. 125).

Nuestras riquezas son espirituales, mucho más valiosas que cualquier cosa que este mundo pueda ofrecer. Vida eterna con Cristo; un corazón nuevo que desea a Dios por sobre todo. El enemigo nos distrae de poner nuestros ojos en lo eterno haciéndonos creer que las promesas de abundancia son meras comodidades terrenales. ¡Cuánto tiempo perdemos preocupándonos por aquello que no necesitamos!

Vivir por fe

Vivimos en el “ya, pero todavía no”. La victoria nos ha sido dada, pero todavía estamos esperando el momento en el que veremos a nuestro Señor cara a cara. En su soberana voluntad, Dios ha determinado que sigamos caminando en este mundo caído; sin embargo, ahora andamos de manera totalmente diferente que antes: andamos por fe y no por vista.

En Solo en Cristo, el autor nos ayuda a comprender que este “andar por fe” no es una especie de mantra que los cristianos repiten mientras viven prácticamente igual al resto del mundo. No es algo místico o abstracto. No es algo complicado que solo se revela a “los más espirituales”. Vivir por fe es bastante práctico, y un llamado para todos los creyentes.

“La fe sencillamente se trata de saber qué dice Dios, confiar en su Palabra por causa de quién es él, y vivir a la luz de ello” (p. 144).

Tú y yo vivimos por fe cuando abrimos la Palabra para encontrarnos con Dios. Vivimos por fe cuando atesoramos sus dichos en nuestro corazón. Vivimos por fe cuando permitimos que aquello que nos ha sido revelado —y no nuestras propias ideas o emociones— determine nuestro actuar.

Por supuesto, nuestra fe flaquea. Pero aún así no nos angustiamos. ¿Por qué? Porque la seguridad de nuestra condición redimida no se encuentra en la fuerza de nuestra fe, sino en la fuerza de Aquel en quien nuestra fe reposa. Vivimos por fe, caminando con los ojos en Jesucristo.

“Aquellos que miran a Jesús no necesitan mirar a ningún otro lugar. En él disfrutamos de plena seguridad de salvación” (p. 159).

Nuestra seguridad está solo en Cristo. Y no hay lugar mejor.


Acompáñanos en nuestra lectura de “Solo en Cristo” de Sinclair Ferguson. ¿No sabes qué es #CoaliciónLee? Ve aquí. ¿Quieres participar? ¡Únete aquí!
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando