¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Es fácil repetir una y otra vez, “la salvación es por gracia”. Lo difícil es vivir cada día confiando en Cristo y no en nuestros méritos para presentarnos delante de Dios.

Piénsalo. ¿Cuándo te sientes más libre para adorar en comunidad? ¿El día en el que ni leíste la Biblia ni oraste, y te peleaste con tu jefe o con tu esposa? ¿O el día en el que hiciste todo lo que “tenías que hacer”? No es inusual que en el primer caso sintamos que Dios está enojado con nosotros y que Él requiere que nos “pongamos las pilas” antes de atrevernos a estar cerca de su presencia.

Es cierto que Dios nos llama a una vida de santidad y a reconciliarnos con nuestro hermano antes de presentar ofrendas (Mateo 5:24). Sin embargo, estamos equivocados si pensamos que nuestra dignidad delante de Dios es mayor cuando hacemos estas cosas y menor cuando fallamos.

Nuestra posición delante de Dios no depende de nuestras obras; nuestra posición delante de Dios no es algo que cambia. Si estamos en Cristo, estamos en Cristo. Él es la Viña y nosotros, al estar injertados en él, “tenemos toda su fuerza, la vida y el amor que él disfruta” (pos. 1911). Podemos disfrutar de Dios porque somos uno con Jesús, no por quienes somos en nosotros mismos.

“En lugar de preguntar: ‘¿Cuán justo soy?’ para saber cuál es mi posición delante de Dios, pregunto: ‘¿Cuán justo es Cristo?’” (pos. 1978).

¡Cuán grande consuelo encontramos en esta verdad! Sin pedirlo ni merecerlo, el Dios de toda gracia nos hizo suyos para siempre. Nos lavó y colocó en justicia delante de Él. Y no solo eso, el mismo Espíritu que nos dio vida nueva en Cristo es el que nos renueva día con día a Su imagen.

Una vez que estamos en Cristo, no volveremos a ser los mismos de antes.

“Nuestro pecado no puede eliminarse de nuestros corazones simplemente si lo intentamos con más fuerza o nos limpiamos más: el Espíritu debe transformarnos por medio del Evangelio” (pos 2193).

Es en el mensaje de quien Jesús es y lo que Jesús ha hecho, en todo lo que Cristo ha obtenido para nosotros, que encontramos el poder para ser transformados día con día. El evangelio no es solo para el incrédulo, sino el lugar donde el creyente debe mantenerse siempre.


Te invitamos a acompañarnos en nuestra lectura de “¿Por qué la reforma aún importa?”, de Tim Chester y Michael Reeves. ¿No sabes qué es #CoaliciónLee? Ve aquí. ¿Quieres participar? ¡Únete aquí!
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando