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¿Está la Biblia en contra de la disciplina física a los hijos?

Hace una generación, dar nalgadas era algo común, pero las personas dicen que hemos evolucionado como sociedad cada vez más iluminada, y ahora entendemos, en base a estudios sociológicos, que uno simplemente no puede hacer algunas de las cosas que sus padres antes hacían.

Curiosamente, algunos cristianos sostienen que la Biblia (o el mismo Jesús) está en contra de las nalgadas. Pero, estos cristianos hablan más de estudios sociológicos que de las palabras de Jesús o los apóstoles. Como cristianos tenemos que hacer la pregunta, “¿Se opone la Biblia a las nalgadas?”. Si bien esta cuestión no es de interés para la cultura en general, debe ser de interés para los cristianos que buscan vivir bajo la autoridad bíblica. Así que, ¿qué dice la Biblia?

Proverbios menciona la vara seis veces en referencia a la disciplina de los niños:

  • Proverbios 10:13: “En los labios del entendido se halla sabiduría, pero la vara es para las espaldas del falto de entendimiento”.
  • Proverbios 13:24: “El que escatima la vara odia a su hijo, mas el que lo ama lo disciplina con diligencia”.
  • Proverbios 22:15: “La necedad está ligada al corazón del niño; la vara de la disciplina la alejará de él”.
  • Proverbios 23: 13-14: “No escatimes la disciplina del niño; aunque lo castigues con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, y librarás su alma del Seol”.
  • Proverbios 26: 3: “El látigo es para el caballo, la brida para el asno, y la vara para la espalda de los necios”.
  • Proverbios 29:15: “La vara y la reprensión dan sabiduría, pero el niño consentido avergüenza a su madre”.

¿Qué quieren decir estos versículos? La vara era una herramienta utilizada para la disciplina, y que incluso fue utilizada como arma por los pastores o guerreros para atacar a sus enemigos (cp. Éx 21:20; Nú. 24:17; 2 S. 7:14; 2 S. 23:21; Sal. 2: 9; 23:4; Is. 10:15; 11:4; etc). La vara se puede utilizar para el castigo físico literal o para la guerra, o se puede utilizar en sentido figurado para hablar de castigo físico o la guerra. Por ejemplo, Dios utiliza el imperio asirio para castigar a la apóstata Israel y se refiere a Asiria como “la vara de mi ira” (Isaías 10: 5). Mientras que la vara es metafórico aquí, el castigo infligido no lo es.

Los estudiosos de los Proverbios se dividen en básicamente dos grupos en cuanto a los versos de que hablan de la vara. Algunos creen que la vara es una metáfora de las sabias palabras que expulsan la insensatez del corazón de un niño, pero son una minoría y esta perspectiva es relativamente reciente. Incluso, algunos de los estudiosos que defienden la metáfora dejan abierta la posibilidad de que se refiere al castigo corporal.

Por ejemplo, Goldsworthy, en su comentario sobre Proverbios, El árbol de la vida, escribe: “No está claro que esto se refiera a los castigos corporales, aunque el texto podría tener este significado. La vara puede ser metafórica … La disciplina es la función educativa de la sabiduría, por lo tanto, la enseñanza de la sabiduría puede ser semejante a una vara en la expulsión de la locura” (147).

Muchos estudiosos de los Proverbios como Murphy, Garrett, Longman, Waltke, Kidner, Puentes, Keil y Delitzsch, y más creen que la vara se refiere a los castigos corporales no abusivos como las nalgadas. Waltke afirma que la necedad está anclada en el corazón del niño y que se requiere más que palabras para desanclarla (Waltke, Proverbios 1-15, 574).

No solo la imagen de los castigos corporales está muy arraigada en el canon bíblico, sino que también se recomienda en otra literatura de sabiduría israelita como la Sabiduría del Eclesiástico (30:1-3). Otros textos de sabiduría del Antiguo Cercano Oriente que comparten una fuerte afinidad con Proverbios defienden el castigo corporal (cp. Ahiqar líneas 81-81, ANET p. 428). Waltke cita varios textos de sabiduría egipcios que exigían el castigo corporal y hacen declaraciones como “el oído del niño está sobre su espalda, él escucha a quien lo golpea” (Waltke, Proverbios 1-15, 574) y “los niños tienen oídos en sus lados posteriores” (Waltke, Proverbios 15-31, 216).

La Biblia no solo está abierta a los castigos corporales, sino que lo ve como necesario en ocasiones. Ahora, teniendo en cuenta esto, vamos a hacer algunas observaciones acerca de la disciplina bíblica:

  • Los proverbios son consejos sensatos que el sabio exhorta a los padres a seguir. Los eruditos discuten la naturaleza de los proverbios. Algunos argumentan que son solo declaraciones generales y no mandatos ni promesas, pero otros piensan que sí lo son. Sin embargo, los estudiosos están de acuerdo en que los proverbios son exhortaciones que el sabio, inspirado por el Espíritu, aconseja seguir.
  • Los niños son pecadores por naturaleza y escogerán el camino equivocado si se dejan solos. Por lo tanto, la disciplina es necesaria. Proverbios es claro en que la falta de disciplina es destructiva y condenatoria a los niños porque no les enseña que hay una norma del bien y el mal, y ellos en última instancia tendrán que dar cuenta por sus actos (3:11-12; 22:15 ; 23:13-14).
  • La Biblia no endosa el abuso físico infantil, sino que lo condena. El abuso claramente no es el tema de Proverbios (cp. Ef 6, 4 y la exhortación a no provocar a sus hijos a ira). Garrett escribe, “Este texto no justifica tratar a los niños de forma brutal” (196) y Waltke añade: “Los padres que maltratan a sus hijos no pueden esconderse detrás de la doctrina de la vara de Proverbios” (Waltke, Proverbios 15-31, 252). Alguien debería enseñarle esto a Adrian Peterson.
  • La disciplina va a cambiar con el tiempo, de modo que una reprimenda verbal será suficiente. Proverbios no manda a azotar a los niños en todos los casos de mala conducta. De hecho, exige tanto el castigo corporal como el verbal. Proverbios 29:15 argumenta en contra de ver la vara meramente como una metáfora porque ve tanto el castigo físico como la corrección verbal como algo necesario. Como Longman señala: “Es señal de sabiduría cuando un reproche es suficiente en lugar del castigo físico (17:10)” (564).
  • El cielo y el infierno están en juego cuando se trata de la disciplina de nuestros hijos. Waltke escribe en Proverbios 22:15, “Este proverbio busca proteger a la juventud de la muerte eterna a través del aguijón relativamente ligero del padre” (Waltke, Proverbios 15-31, 216).
  • Proverbios aboga por la transformación del corazón, no simplemente la modificación de la conducta. Salomón dice que lo que se busca es el corazón. No estamos tratando de producir pequeños fariseos santurrones que siempre hacen lo correcto bajo la amenaza de dolor. La modificación de la conducta no es duradera. Más bien, queremos producir un cambio de corazón, para que cuando nuestros hijos estén solos caminen en sabiduría.

Hay dos maneras de causar daño real a los niños. En primer lugar, el abuso físico es perjudicial para los niños. Utilizar una herramienta para marcar y cortar a los niños es malvado. Si uno no puede golpear a sus hijos sin perder los estribos, entonces no debería hacerlo.

Pero, la segunda manera de dañar realmente a los niños de acuerdo con Proverbios es dejar de disciplinarlos. Esa es la sociedad en que vivimos hoy en día, por desgracia. Uno no hace lo correcto por sus hijos si no corrige la conducta auto-destructiva. Todos sabemos que la disciplina es buena, incluso la disciplina que es ligeramente dolorosa en el momento (por ejemplo, hacer ejercicios). Sí, golpear a su hijo con un objeto hasta el punto de sacarle la sangre es abuso, pero también es abuso descuidar la disciplina.

Sí: la enseñanza de Proverbios puede parecer tonta y fuera de sintonía con la cultura contemporánea, pero haríamos bien en prestar atención a las palabras del renombrado erudito bíblico, Bruce Waltke, cuando dice que las nalgadas “no deben ser abandonadas en la iglesia como si estuvieran fuera de moda ni desechadas bajo el argumento de que están culturalmente condicionadas… El fracaso del mundo occidental apóstata al no continuar con la práctica bíblica ha dejado a su civilización en el caos moral…” (Waltke, Proverbios 1-15, 574-575).

Queremos emplear una disciplina centrada en el evangelio que enseñe a nuestros hijos no solo que son pecadores, ¡sino también que hay un Salvador! ¿Cómo se logra esto? Se logra al tener una conversación tranquila con sus hijos en medio de la disciplina. Les pide que confiesen lo que hicieron mal. Les asegura que su amor por ellos —y lo más importante, el amor de Dios— no depende de su rendimiento. Confiesa que usted entiende sus acciones pecaminosas porque usted las ha hecho antes, y que usted necesita ser perdonado por Jesús, al igual que ellos.


Este artículo fue publicado originalmente en el blog 21 Baptist. Traducido por Daniel Lobo.
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