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Charles Spurgeon lo llamó el más dulce de los Salmos. Incluso le puso un apodo: “La perla de los Salmos”. En realidad, es sublime.

Sin embargo, el Salmo 84 no es un canto de triunfo; es un grito de desesperación. El salmista anhela estar en Jerusalén, adorando en el templo en presencia del pueblo de Dios: “Anhela mi alma, y aun desea con ansias los atrios del SEÑOR” (Sal 84:2). 

Desea tanto estar allí que tiene celos aun de los pájaros que se anidan en las vigas del templo (Sal 84:3). No está claro por qué no puede emprender la peregrinación, pero esto sí es claro: el salmista no está donde quiere estar. Las circunstancias de la vida han conspirado para frustrar el deseo de su corazón.

Por lo tanto, es sorprendente escucharlo hablar repetidamente de estar bendecido.

He apreciado el Salmo 84 a lo largo de los años, pero los desafíos de la vida durante la pandemia me han llevado a redescubrir su belleza y sabiduría. Aquí hay tres lecciones oportunas de esta canción antigua.

1. Bendecido le gana a #bendecido

Cuando busqué la etiqueta #blessed (#bendecido) en Instagram hoy, obtuve más de 133 millones de resultados. Generalmente se trata de selfies, fotos de lugares divertidos o, más específicamente, selfies desde algún lugar divertido. La mayoría de las publicaciones comparten un tema común, aun si no lo dicen explicitamente. Con frecuencia, el mensaje subyacente es: “¡Hola a todos! ¡Miren mi gran vida!”. Y, acompañando las fotos, ahí está: #bendecido.

¿Qué debemos inferir sobre lo que significa ser bendecido?

Sin duda, Dios derrama bendiciones tangibles sobre nosotros de muchas maneras. Sin embargo, ¿qué sucede cuando lo último que Él te ha dado no son unas vacaciones perfectas sino una pandemia mundial, un recorte salarial o una relación rota?

¿Cuál es la etiqueta para eso? ¿#maldito?

Afortunadamente no lo es. En este breve capítulo, el salmista se refiere a la bendición tres veces:

  • “¡Cuán bienaventurados son los que moran en Tu casa! Continuamente te alaban” (Sal 84:4).
  • “¡Cuán bienaventurado es el hombre cuyo poder está en Ti, en cuyo corazón están los caminos a Sión!” (Sal 84:5).
  • “¡Cuán bienaventurado es el hombre que en Ti confía!” (Sal 84:12).

La buena vida no se trata de tener todo lo que deseábamos; se trata de tener a Dios, incluso si estamos en medio de lo que no anhelábamos

Aquellos que alaban a Dios, que encuentran su poder en Él y que ​​confían en Él: esos son los bendecidos. El salmista está determinado a recordarnos que la buena vida no se trata de tener todo lo que deseábamos; se trata de tener a Dios, incluso si estamos en medio de lo que no anhelábamos.

En las Escrituras, el significado de “bendecido” es principalmente espiritual, solo se intensifica después de la venida de Jesús. De las 112 referencias del Nuevo Testamento a ser bendecido, ¿sabes cuántas se enfocan en cosas materiales? 

Cero. 

Esto es asombroso. Demuestra que ser verdaderamente bendecido es mucho más profundo que el concepto que vemos pegado junto a fotos bonitas en las redes sociales.

2. No te conformes con seguir tu corazón

El salmista ora: “¡Cuán bienaventurado es el hombre cuyo poder está en Ti, en cuyo corazón están los caminos a Sión!” (Sal 84:5). ¿No es una frase fascinante?

Al igual que la definición bíblica de ser bendecido, este lenguaje es sorprendentemente contracultural. El mundo te dice constantemente que mires dentro de ti mismo, que estudies la brújula de tu corazón, que vayas a donde te lleve tu pasión. “Haz lo que te haga feliz”, escuchamos.

El Salmo 84 no tiene paciencia para tales tonterías. El verdadero gozo, insiste, no es tener una brújula interna que diga “sígueme”, sino una que diga “sigue a Dios”. ¿En qué dirección corren las carreteras de tu corazón?

Feliz es el corazón que no es un callejón sin salida de autoestima —debo descubrirme, expresarme, ser fiel a mí mismo— sino que contiene carreteras que salen de esa ciudad congestionada, en busca de Dios y en servicio a los demás.

Somos bendecidos cuando seguimos la agenda de Dios en vez de la nuestra.

3. Dios fortalece los corazones ansiosos

¿Alguna vez has temido no tener la fuerza suficiente para enfrentar algún desafío en particular? Yo lo he experimentado. Además, según la Biblia, no podemos afrontar el futuro… aún.

En 1956, C. S. Lewis le escribía a una mujer que luchaba con la preocupación; su preocupación era que no sería capaz de soportar si esto o aquello ocurriera. En un momento, Lewis simplemente escribió: “Recuerda, a uno se le da la fuerza para soportar lo que sucede, no las ciento y una cosas diferentes que podrían suceder”.

Entonces, ¿cuándo llegará la fuerza que necesitas? Justo a tiempo.

Un poco más de una década antes de la carta de Lewis, una cristiana holandesa llamada Corrie Ten Boom apenas sobrevivía en un campo de concentración nazi. Años después, en su autobiografía clásica, reflexionó sobre el momento de la provisión de Dios. A modo de ilustración, relató su propia ansiedad cuando era una niña de seis años:

“Papá se sentó en el borde de la estrecha cama. ‘Corrie’, comenzó suavemente, ‘cuando tú y yo vayamos a Amsterdam, ¿cuándo te entrego tu boleto?’.

Respire un par de veces al considerarlo.

‘Pues, justo antes de subir al tren’.

‘Exactamente. Y nuestro sabio Padre celestial también sabe cuándo vamos a necesitar ciertas cosas. No te le adelantes, Corrie’”.

Dios no se apresurará y el crecimiento espiritual no se puede cocinar en el microondas. La vida cristiana es una larga y ardua peregrinación, un paso confiado tras otro.

El verdadero templo

Por supuesto, para el cristiano, el templo se ve diferente de cómo lo veía el salmista. Mil años después de que se escribió el Salmo 84, un hombre llegó a Jerusalén y comenzó a decir cosas radicales como: “Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré” (Jn 2:19).

El verdadero gozo no es tener una brújula interna que diga ‘sígueme’, sino una que diga ‘sigue a Dios’

Los líderes judíos se burlaron: “En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y Tú lo levantarás en tres días?” (Jn 2:20). Pero se estaba refiriendo a su cuerpo (Jn 2:21), que pronto sería destruido por la crucifixión y luego levantado a la vida de resurrección.

Lo que tanto anhelaba el salmista era solo un precursor del verdadero lugar de encuentro entre Dios y los hombres: Jesucristo. Las páginas del Nuevo Testamento susurran la noticia: toda persona que confía en Él se convierte en piedra viva en un nuevo templo espiritual (1 Co 3:16; Ef 2:22; 1 P 2:4-5). El templo de Dios ya no es una estructura imponente en Israel. Su templo es la persona de Jesús y, por extensión, su iglesia reunida, el lugar donde su gloria reside de manera especial.

¿Deseas ser #bendecido o bendecido? ¿Quieres un corazón que sea realmente libre? ¿Anhelas ser fortalecido mientras soportas el largo y peligroso camino de la vida?

Si es así, entonces el Salmo 84 es para ti. Ancla tu esperanza en Dios. Él nunca te fallará.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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