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Crecí como hijo de pastor. Mi papa todavía es pastor, y ahora yo también tengo el gusto de servir como uno. Tengo dos hijas, lo que las hace hijas del pastor. Cuando tenía 5 o 6 años, ya había cantado en la iglesia. Toda la gente hablaba de que yo algún día sería pastor, y que lo sería en la misma iglesia donde mi papá estaba. Recuerdo que muchos querían hablar conmigo, y en ocasiones me llegaban a comparar son sus propios hijos. “Cuánto quisiera que mi hijo fuera como tú. Parece que tu familia es tan linda”. Esto generó una tensión horrible en mí, una presión constante de tener que portarme de manera que la gente siguiera complacida con mi buen comportamiento, ya que mi comportamiento siempre sería un reflejo del ministerio de mi papá.

Poca gente considera lo que los hijos de pastor viven. Y ¿sabes?, hay muchas cosas que podrías decir y hacer por el bien de los hijos del pastor, pequeñas cosas que podría animarlos grandemente. Este listado que presento a continuación es muy personal y viene de lo profundo de mi corazón. Refleja lo que he vivido, sentido, peleado, y luchado. Representa la pura misericordia de Dios, porque si yo estoy en el ministerio, es gracias a Él. Espero que te sirva para animar a los hijos de tu pastor.

1. Trátalos como niños normales.

Tal vez esto te parece muy obvio. Puede ser que no te hayas dado cuenta que tratas a los hijos del pastor diferente a como tratas a los demás jóvenes.

Yo siempre me encontraba en el limbo en cuanto a la percepción de la gente. Nunca sabía exactamente qué esperaban de mí. Por ejemplo, me regañaban menos en la escuela dominical, y me daban mucha flexibilidad en cuanto a lo que podría hacer o no hacer. Siempre me sugerían para estar al frente, para cantar el solo, para dar la línea más importante del drama, y si cometía algún error me perdonaban rápidamente. No dudo que había cierto temor al regaño del pastor, y ¿quién quiere ser la persona que regaña al hijo del pastor?

(Nota importante: las maestras de escuela dominical tienen mi permiso a ejercer autoridad sobre mis hijas cuando están en la clase).

Pero por otra parte, viví bajo juicio constante. Gente tal vez no tenía la valentía de corregirme frente a frente, pero nadie tenía miedo de juzgarme o juzgar a nuestra familia con base en cómo me comportaba. A veces simplemente estaba comportándome como un niño de 5 años, pero no podía permitirme el lujo de ser un niño a los ojos de los demás, porque yo era el hijo del pastor.

Crecí bajo la idea errónea de que era mi responsabilidad asegurarme que toda la gente en la iglesia se mantuviera feliz con mi papá. Si yo me portaba bien, ellos estarían felices. Si me portaba mal durante un culto, me peleaba con otro niño, o no obedecía a mis papás, eso podría tener grandes repercusiones sobre el ministerio de mi padre.

Aunque no todo esto era la culpa de las personas a mi alrededor, esta impresión formó en mi corazón caído una combinación peligrosa que anhelaba desesperadamente la aprobación del hombre. Aprendí a vivir mi vida y definir mi valor con base en lo que la gente decía.

2. Diles cómo Dios ha usado a su papá.

Aunque no creo que deberíamos tratar al hijo del pastor diferente a los demás, sí es una enorme bendición saber cómo Dios está usando a sus papás. Recuerdo ver a mi papá predicando, y escuchar a personas decir cómo Dios había usado la predicación para confrontar su pecado, llevarlos al arrepentimiento, y poner su confianza en el evangelio. Crecí creyendo que esto era la obra de Dios, no de mi papá.

Todavía recibo mensajes de personas que asistieron a las iglesias que mis papás plantaron. Hace unos meses estaba predicando en una conferencia en México, y algunas personas vinieron a la conferencia solo porque me querían contar del impacto que el ministerio que mi papá había tenido en sus vida.

Asumo en todo esto que el pastor vive una vida congruente con lo que predica. Así era mi papá. Gracias a Dios, cuando la gente me contaba lo que Dios había hecho por medio de mis papás, yo no dudaba de su veracidad, y de la gracia de Dios en ellos.

3. Anima a su papÁ a amarlos más que A su trabajo.

Sé que esto no se refiere directamente a los hijos, pero no hay nada que tendrá mayor impacto en la vida de los hijos del pastor que ver a su papá amándolos más que a su trabajo.

No hay nada que tendrá mayor impacto en la vida de los hijos del pastor que ver a su papá amándolos más que a su trabajo.

Yo doy testimonio. Estoy en el ministerio porque sabía que la prioridad de mi papá era su familia antes que la iglesia. Claro, hubo noches largas con papá fuera, prolongados viajes sin él en casa, y llamadas que interrumpían la hora de la comida… estas cosas no se pueden evitar. Pero a lo largo de mi niñez vi el patrón claramente: para mi papá, nosotros íbamos primero.

A veces era algo tan sencillo como guardar su día de descanso. Mi papá siempre mantuvo un día de descanso. No siempre fue el mismo día, pero sé que lo hacía. Mi papá siempre llegaba a mis partidos deportivos, o a apoyar en eventos del colegio. Él se tomaba el tiempo de hablarme cuando yo fallaba, explicándome el evangelio y la raíz de mis problemas.

4. Muéstrales su pecado.

Los hijos de pastor tienen que saber que son pecadores. No simplemente que se portaron mal, ni que sus papás van a estar decepcionados cuando se enteren, sino que lo que hay en ellos es pecado.

Es muy fácil que el hijo del pastor crezca asumiendo que la santidad de su papá se aplica a él, y por ende que no tiene pecado propio del cual arrepentirse. Tiene que saber y entender que lo que Dios exige de él, no lo puede cumplir. Su estatus como hijo de pastor no le otorga puntos delante de Dios. Sus pecados no son simplemente un mal reflejo sobre el ministerio de su papá, más bien son una traición cósmica contra el Dios del universo.

El pecado es una traición cósmica contra el Dios del universo.

5. Diles que el evangelio es verdad.

Si les mostramos su pecado, tenemos que enseñarles el evangelio. El hijo del pastor tiene que entender de dónde viene su importancia, su valor, su significado. A pesar de ser grandes pecadores como todos los demás, en el evangelio, Cristo ha muerto para proveerles la vida a través de Su muerte perfecta. Como resultado, su valor e importancia en esta tierra no viene de ellos, ni de su estatus como hijos de pastor. Si están en Cristo, su significado e importancia viene de que son hijos adoptados por el Dios del universo. Ser hijo de un pastor viene con una carga enorme. Ser hijo de Dios viene con una gracia mayor.

Pero no solo eso, tienen que entender que el evangelio es verdad. Es tan real como el aire que respiran. Y si no ponen atención a la enorme gracia que Dios les ha concedido de estar tan de cerca al evangelio, se encontrarán cara a cara con el Dios justo, y allí no importará quien era su papá en la tierra.

Pero existe otro grupo de hijos de pastores. Aquellos cuyo papá no era el mismo hombre en la casa y en el púlpito. ¡Ellos también tienen que escuchar que el evangelio es verdad! No asumas que su papá es todo lo que pretende ser. Hay muchos hijos de pastor que tiran la toalla con el evangelio porque la representación más clara y cercana que tuvieron del mismo fue su papá/pastor, quien desgraciadamente no vivía una vida congruente con lo que predicaba. El fracaso del mensajero no hace que el mensaje sea falso.

El evangelio es tan real como el aire que respiras.

Ser hijo de pastor es algo complejo. Pero uno sigue siendo un niño normal, en una casa normal, donde tu papá tiene un trabajo que a veces no es tan normal. Eso no significa que hay mayor unción en la casa, o que uno se pasa todo el día orando, mucho menos que no se hacen bromas o se disfruta de la vida. Lo que sí significa es que la familia del pastor, y en particular los hijos del pastor, necesitan ver y entender la preciosa gracia de Dios.


Imagen: Lightstock.
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