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¿Por qué hacerte amigo de tus oponentes? Bavinck sobre la amistad “crítica”

El año pasado, la muerte de Ruth Bader Ginsburg provocó mucha conversación sobre el valor de la amistad entre personas cuyas perspectivas sobre la vida y el mundo difieren radicalmente. Durante su carrera, la liberal Ginsburg mantuvo una larga amistad con su colega, el juez Antonin Scalia, una figura que difícilmente podría haber sido más diferente, al menos en términos ideológicos.

Su amistad se extendió a sus familias, las cuales celebraban el Año Nuevo juntas en ocasiones. En una fotografía memorable, se puede ver a Scalia y Ginsburg montando juntos un elefante durante unas vacaciones familiares compartidas en la India. En una época en la que la palabra amigo se suele interpretar como alguien que ve el mundo como yo, esta es una imagen notable.

En los últimos años, esta amistad de “amigos disparejos” ha sido el tema de muchos artículos de opinión, programas de radio e incluso una ópera. Su extraño y contracultural ejemplo hizo que la gente se preguntara: ¿por qué querían una amistad así? ¿Cómo funcionó? ¿Siguieron siendo amigos porque ignoraban las diferencias o fue precisamente por estas que su relación floreció? ¿Cómo entendieron la naturaleza de la amistad en general? ¿Necesito amigos de diferentes campos ideológicos? Estas preguntas, por supuesto, son relevantes para los cristianos: ¿deberíamos también valorar amistades como esta?

Unos amigos disparejos

Para responder a estas preguntas, podríamos considerar una amistad igualmente intrigante entre un cristiano y un escéptico radical: Herman Bavinck (1854–1921), uno de los más grandes teólogos cristianos del siglo XX y su amigo de toda la vida Christiaan Snouck Hurgronje (1857–1936), un escéptico liberal que luego se convirtió al Islam. En su contexto, los Países Bajos a finales del siglo XIX y principios del XX, Bavinck y Snouck eran ambas figuras públicas similares de alto perfil cuya profunda amistad los marcaba como unos amigos disparejos.

En nuestra cultura, la amistad se ordena cada vez más en torno a ideologías políticas globales y se nos anima a buscar amigos en las cámaras de eco

Bavinck y Snouck eran hijos de pastores que se conocieron como estudiantes en la Universidad de Leiden en la década de 1870. A pesar de esos puntos en común, sus vidas difícilmente podrían haber sido más diferentes. El padre de Snouck era un pastor de la Iglesia Reformada Holandesa convencional que fue depuesto por “abandonar infielmente” a su primera esposa e huir a Londres con una mujer más joven (la madre de Christiaan). La familia Snouck Hurgronje pertenecía a la nobleza holandesa. Christiaan, un joven aristócrata,  provenía de una rama cuestionable de un prestigioso árbol genealógico.

Por el contrario, los Bavinck procedían de una condición más humilde. Jan, el padre de Herman, era hijo de un carpintero y se convirtió en el pastor de una iglesia más pequeña y teológicamente conservadora, la Iglesia Cristiana Reformada.

Herman y Christiaan se hicieron amigos cuando eran estudiantes y se mantuvieron en contacto cercano por el resto de sus vidas, a pesar de que la diferencia en sus perspectivas solo aumentaba con los años. No tenemos ninguna foto de ellos montando un elefante juntos. Sin embargo, tenemos toda una vida de cartas en las que comparten luchas personales, intentan persuadirse unos a otros sobre cuestiones de fe y política, leen y critican los escritos de los demás y comparten las alegrías y luchas de la vida.

Sus cartas son una ventana a una amistad rica y honesta entre pensadores profundos y amigos que tenían creencias radicalmente diferentes sobre el cristianismo. Nos motivan a pensar de manera cristiana sobre la naturaleza de una amistad en una cultura en la que la amistad se ordena cada vez más en torno a ideologías políticas globales y donde se nos anima a buscar amigos en cámaras de resonancia.

Un comienzo pragmático

En sus años de estudiante, la cultura en torno a la Universidad de Leiden, la universidad más antigua y prestigiosa de los Países Bajos, estaba dominada por los hijos de la aristocracia: el típico estudiante de Leiden en la década de 1870 tenía doble apellido, provenía de una familia noble y estaba relacionado con muchos de sus compañeros de estudios por sangre o matrimonio. En principio, Snouck pertenecía a ese entorno y Bavinck no.

Sin embargo, ambos descubrieron rápidamente que eran extranjeros allí: los antecedentes familiares de Bavinck no llegaban a ser de clase alta y la familia de Snouck estaba manchada por el escándalo. Junto a esto, ambos jóvenes criticaron la teología liberal enseñada por sus profesores: Bavinck estaba comprometido con la ortodoxia de doctrina y vida, mientras que el escéptico y radical Snouck sospechaba de su heterodoxia audaz y cómoda.

Aunque ambos eran intrusos (aunque por diferentes razones), Bavinck y Snouck no se hicieron amigos por falta de otras opciones: Bavinck no era el único estudiante teológicamente conservador en Leiden y Snouck se mezcló con un grupo de otros aristócratas liberales. Entonces, ¿por qué decidieron invertir en esta amistad en particular?

En sus primeros dos años en Leiden, los estudiantes tenían que tomar cursos comunes antes de pasar a una carrera. En ese período, Bavinck y Snouck se unieron por primera vez a través de uno de estos cursos, una clase de árabe, que Bavinck encontró aburrida y difícil. Su amistad comenzó cuando eran compañeros de estudio, pero pronto quedó claro que estaban muy comprometidos el uno con el otro.

En 1878, ambos jóvenes presentaron el mismo examen. Bavinck recibió un cum laude, mientras que Snouck simplemente aprobó. Bavinck vio esto como una grave injusticia, pensó que estaba motivado por la aversión personal de un profesor hacia su amigo y se negó a aceptar su diploma hasta que se le quitara el cum laude. La respuesta escrita de Snouck a Bavinck fue que “esa amistad vale infinitamente más para mí que las palabras en una hoja de papel”. Al final de sus años de estudiante, su amistad se había vuelto intensamente leal.

Direcciones diferentes

A medida que avanzaban sus vidas, Bavinck y Snouck siguieron caminos diferentes: Bavinck se convirtió en un teólogo célebre y vivió hasta el final con su marca distintiva de piedad cristiana ortodoxa y socialmente comprometida. Snouck obtuvo un doctorado en estudios islámicos. Viajó a La Meca, convirtiéndose al Islam en el camino para poder ingresar a la ciudad exclusivamente musulmana, donde tomó algunas de las primeras fotos de La Meca durante la peregrinación del Hajj, que publicó pronto después como un libro que le dio fama internacional.

Un pensador verdaderamente agudo necesita un amigo cercano en quien pueda confiar, pero que no comparta sus suposiciones más básicas

Vivió durante años como musulmán en lo que ahora es Indonesia (bajo el nombre de Abd al-Ghaffar), casándose con esposas musulmanas y engendrando hijos musulmanes, antes de regresar a los Países Bajos, donde retomó una identidad holandesa liberal y se casó con una mujer holandesa. Era sin duda el orientalista más famoso de su generación y en ese momento era mucho más famoso que su amigo teólogo (aunque esto ha cambiado ahora).

A pesar de los asombrosos contrastes entre sus creencias y sus vidas, Bavinck y Snouck mantuvieron un contacto regular, tanto en persona como por carta, durante sus vidas. De sus cartas, queda claro que ambos valoraban la “amistad crítica” y creían que las percepciones propias pronto se vuelven aburridas cuando estamos rodeados de personas que piensan de la misma manera.

Ellos entendían que un pensador verdaderamente agudo necesita un amigo cercano en quien pueda confiar, pero que no comparta sus suposiciones más básicas. Bavinck describió una vez su amistad como la de “oponentes que también son amigos”.

Por esa razón, leían y discutían con regularidad los escritos de cada uno, a menudo con un fuerte desacuerdo. Sus interacciones sobre el Islam, la secularización, la autoridad de las Escrituras y, sobre todo, las afirmaciones de la fe cristiana no nos dejan ninguna duda de que sus creencias eran mundos distintos.

Como muestro en el libro Bavinck: A Critical Biography (Bavinck: Una biografía crítica), también es probable que Bavinck no supiera nada de la doble vida islámica de Snouck en La Meca e Indonesia. No pareció darse cuenta, por ejemplo, de que Snouck se había convertido en musulmán para entrar en La Meca y también parece cierto que Snouck le mintió a Bavinck cuando lo confrontaron sobre su matrimonio con una adolescente musulmán. Claramente, su amistad no siempre fue fácil de continuar.

Sin embargo, aún así continuó. El libro de Bavinck Philosophy of Revelation (Filosofía de revelación), escrito como una obra de apologética y dirigido a los escépticos, parece haber sido escrito, al menos en parte, en un esfuerzo por persuadir a Snouck, aunque de acuerdo a sus discusiones posteriores sobre el libro, no parece que él fue conquistado por los argumentos de Bavinck.

Aunque ambos hombres eran conscientes de que su distancia solo parecía aumentar con los años, permanecieron comprometidos con su “amistad crítica” hasta el final. Por ejemplo, el día antes de la muerte de Bavinck, Snouck escribió a la esposa de su amigo, Johanna Bavinck-Schippers, sobre su última visita al lecho de muerte de Bavinck: “Todavía estoy profundamente afectado por mi última visita: abatido, pero también edificado. Sé que mi buen amigo no es otra cosa que piadoso: 1874–1921”.

Ciertamente, hay algo intrigante en esa amistad. En la historia de Bavinck-Snouck, vemos a dos personas que hicieron las mismas preguntas, tanto teológicas como sociales, pero desde presuposiciones y perspectivas completamente diferentes: ¿es posible conocer a Dios? ¿Si es así, cómo? ¿Es la religión simplemente una cuestión de cultura humana (Snouck), o una realidad que apunta a algo superior (Bavinck)?

Vista a lo largo de sus vidas, su amistad es una conversación honesta y muy larga entre dos pensadores que compartían una doble motivación: convencer al otro y aprender de él. Un siglo después, ese ejemplo sigue siendo instructivo: jugó un papel no pequeño en hacer de Bavinck el escritor perspicaz, agudo y persuasivo que ahora es amado por muchos. Sin embargo, también sigue siendo un ejemplo demasiado raro, tan raro, tal vez, como ver a jueces rivales sobre el mismo elefante.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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