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“Sin embargo, para que no los escandalicemos, ve al mar, echa el anzuelo, y toma el primer pez que salga; y cuando le abras la boca hallarás un siclo; tómalo y dáselo por ti y por mí”, Mateo 17:27.

Somos llamados a dar la gloria a Dios en todo. Sin embargo, nuestro problema radica en ver nuestro buen comportamiento como la esencia y condición de nuestra relación con Dios. En otras palabras, se evidencia cuando actuamos como si nuestra posición delante de Dios dependiera de nuestras buenas obras.

Incluso como hijos de Dios, muchas veces vivimos como si estuviéramos “bajo condenación” ante la realidad de no vivir ni siquiera bajo nuestros propios estándares de justicia, en lugar de descansar en la “justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo” (Ro. ‭3:22‬); una justicia en la cual “no hay condenación para los que están en Cristo Jesús” (Ro.‬ ‭8:1‬).

En el pasaje de Mateo 17 es importante resaltar la diferencia que hay entre el extraño (v. 25) que tiene que pagar y ganar su acceso a Dios, y el hijo, quien posee por su relación la bendición y el privilegio de tener acceso directo y gratuito. Entonces, ¿por qué actuamos como huérfanos, en lugar de recordar que somos hijos aceptos “en el Amado” (Ef. 1:6), que con gozo y libertad se pueden acercar al Padre en plena confianza? Nosotros buscamos obedecer a Dios porque le amamos, pero debemos entender que el ser amados por Él no depende de nosotros.

Por último, vemos en el pasaje cómo Jesús, el Rey de Reyes y Señor de Señores, el Dios omnipotente y soberano, manifiesta “necesidad” y dependencia a la provisión del Padre para Él y para Pedro. En comparación a Cristo, nosotros sí somos y continuaremos siendo necesitados de la obra y gracia de Dios en nuestras vidas así como la necesitan los no creyentes. Nosotros la necesitamos para nuestra santificación; ellos para su justificación.

Por lo tanto, es importante vernos de esta manera y así poder compartir con los no creyentes de la provisión que Dios tiene para ambos. No comunicando superioridad moral sobre ellos, y muchos menos en base a nuestra justicia de buenas obras. Estas son solo evidencias de la gracia de Dios en nuestras vidas y frutos de su evangelio.

Las buenas noticias para ti y para mí son que, gracias a la obra de Cristo en la cruz del calvario, podemos vivir en gozosa y humilde dependencia a la provisión de Dios y la obra de Su Espíritu en nosotros. Así podemos compartir con los no creyentes de la misericordia que Dios, en Cristo, tiene para ambos.

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.


IMAGEN: LIGHTSTOCK.

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