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Por muchos años hice una sesión de preguntas y respuestas después de cada servicio de adoración. Al final del servicio, yo decía “Quien quiera hacer alguna pregunta sobre algo del sermón, o del servicio, o sobre la iglesia, o el cristianismo en general, están invitados a quedarse y a hacerme esas preguntas. Inmediatamente después de la última canción, vamos a tener una sesión de preguntas y respuestas de 40 minutos aquí frente al podio”.

Teníamos entre 30 y 150 personas que se quedaban cada semana al terminar.

Tres tipos de preguntas

Cuando comenzaba la sesión, yo volvía a repetir los temas sobre los que queríamos tratar (el sermón, el servicio, la iglesia y el cristianismo). Decía que no tenían que adherirse al tema o los temas del sermón de ese día, pero que me gustaría recibir preguntas sobre lo que había predicado. Entonces recibía preguntas por más o menos 40 minutos. Generalmente, eran tres tipos de preguntas:

  1. Preguntas específicas sobre el sermón y los temas que este trataba.
  2. Preguntas escépticas que cuestionan el cristianismo, buscan evidencias de Dios, o de otros asuntos cristianos.
  3. Preguntas generales sobre la vida cristiana y las creencias cristianas.

La mayoría de las personas que se quedaban eran los más nuevos en la iglesia. Había un buen número de escépticos, pero también muchos cristianos que simplemente querían aprender más sobre la iglesia y sus enseñanzas.

Como puedes imaginarte, habían muchas preguntas que se repetían una y otra vez. Por eso, al final de cada sesión, yo decía esto:

Gracias por venir. Si han estado viniendo a estas sesiones ya por varias semanas, y algunas de las preguntas que se hacen son las mismas que ya han escuchado antes, quizás sea el momento para que vayan a alguna de las clases que se ofrecen a esta misma hora cada semana: “La credibilidad del cristianismo”, para aquellos que están explorando si el cristianismo es verdad, y “Cristianismo básico” para los que quieren revisar las creencias fundamentales de la fe cristiana.

Hora de hablar

La razón de este breve anuncio era que las sesiones eran en cierto grado el comienzo de un proceso de asimilación a la iglesia. Los no-cristianos necesitaban entrar en un espacio en que pudieran explorar más sistemáticamente la defensa del cristianismo. Los cristianos necesitaban un lugar en que pudieran ser instruidos más sistemáticamente, ser preparados para la membresía de la iglesia, y otras formas para participar en el cuerpo.

Al terminar, siempre dejaba tiempo para hablar con los que se quedaban. Usualmente habían uno o dos que tenían una pregunta que no querían hacer públicamente. Para muchas personas, mi disponibilidad en esos momentos, y mi interacción con ellos, eran un medio importante para que ellos pudieran confiar en la institución de la iglesia. Martyn Lloyd-Jones tenía un tiempo similar de “horario para charlar” después de cada servicio, en que las personas podían verlo, por lo general brevemente, para recibir una respuesta a una pregunta espiritual o pastoral.

Aquí hay cinco razones por las que tú podrías hacerlo:

1. Es una manera de recibir retroalimentación instantánea sobre tu sermón.

Te vas a dar cuenta rápidamente si dejaste más preguntas que respuestas, si dejaste falsas impresiones, así por el estilo. Las sesiones de preguntas y respuestas son buena pedagogía. Los predicadores dejan tiempo para recibir preguntas porque se quieren asegurar de que sus oyentes entendieron bien lo que querían decir. Muchas veces los tiempos de preguntas y respuestas muestran que no fuiste tan claro como pensaste que fuiste. Es una forma tremenda de mejorar tu predicación.

2. Es una forma de hacer que los solo vienen a la iglesia pero no se compromoten se involucren más.

Para muchos, este era el primer paso en hacer algo más que solo venir a adorar. Era una manera de conocer al pastor de la iglesia personalmente (ya que la sesión era una reunión mucho más pequeña que el servicio mismo), y de conocer a otros en la iglesia.

3. Es una manera de hacer evangelismo los domingos.

No todos los domingos, pero sí frecuentemente, los no-cristianos me hacían preguntas y yo tenía la oportunidad de apuntarlos (y a los otros no-cristianos presentes) al evangelio. Muchos inconversos de hecho se sorprendían de que un ministro se dejaba cuestionar públicamente, y de que la iglesia proveía un foro para que los escépticos expresaran sus dudas. También era una manera de atraer a los inconversos a un proceso más largo de exploración de la fe.

4. Es una manera de modelar cómo los cristianos deberían hablarle a la gente sobre la fe.

Siempre habían algunos miembros que ya tenían más tiempo en la iglesia que se quedaban a la sesión para aprender cómo responder a las objeciones al cristianismo y a las preguntas de sus propios colegas y amigos. Regularmente tenía gente quisquillosa o hasta hostil que me decía cosas ásperas en la sesión. Esa era una gran oportunidad de enseñar cómo no estar a la defensiva, no sentirse amenazado, enojado, o no ser condescendiente, sino mostrar gracia hacia alguien con una perspectiva opuesta. Muchos no-creyentes observaban cuidadosamente  la forma en que se recibían esas objeciones enojadas. El evangelio se ve más creíble cuando nosotros respondemos con gracia.

5. Es una forma de aprender a pensar con los pies en la tierra, y de desarrollar respuestas buenas y breves a las preguntas principales que la gente de tu tiempo y tu contexto tienen sobre el cristianismo.

Te va a hacer tanto un mejor pastor como un mejor predicador. Particularmente, te ayuda a descubrir como predicador lo que trae la gente en la cabeza; tanto creyentes como no-creyentes. A mí me ayudó a entender la cultura en que estaban viviendo. También me ayudó, ya cuando estaba preparando mis sermones, a tratar, desde la Palabra de Dios, con los asuntos que los estaban inquietando. Es demasiado fácil que los predicadores respondan bíblicamente a preguntas que la gente de su alrededor ni siquiera está preguntando.

Estoy muy agradecido porque las sesiones de preguntas y respuestas fueron parte del ritmo de nuestra iglesia por muchos años. Los beneficios fueron enormes, y te encomiendo esa práctica a ti.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Neftalí Ramírez.
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