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Estoy muy agradecido por la opción de borrar cuando me cuestiono sobre una de mis publicaciones en las redes sociales. Seguramente no soy el único. Tal vez fue el contenido de lo que dijiste o cómo lo dijiste o la imagen que adjuntaste, pero ¿no hemos todos publicado algo de lo que nos arrepentimos después?

Lo que es cierto para los adultos es mucho más cierto para nuestros hijos.

Las redes sociales agregan dimensiones a la comunicación que las hacen ser diferentes a las interacciones cara a cara. Si ignoras el impacto de esas dimensiones, tú y tus hijos dirán y harán cosas de las que se arrepentirán. Sin embargo, si entiendes los desafíos del mundo virtual, tú y tus hijos pueden convertirlo en un catalizador para el crecimiento personal y el desarrollo de relaciones más sólidas.

Las diferencias 

Consideremos tres formas significativas en que las redes sociales son diferentes a las interacciones cara a cara.

En primer lugar, algunas plataformas de redes sociales son anónimas. Interactúas con personas que no necesariamente has conocido personalmente y con las que probablemente nunca lo harás. Ya que sus opiniones te afectan menos que las de las personas con las que te topas regularmente, eres menos cuidadoso con lo que les dices en línea que en persona.

Segundo, no hay retroalimentación inmediata para decirle a la otra persona qué efecto tuvieron sobre ti sus palabras y acciones. Cuando hablamos directamente con alguien vemos cómo los hemos afectado cuando sonríen, fruncen el ceño, se ven avergonzados, se enojan, se ríen, lloran, siguen hablando, o se giran y se alejan. Las redes sociales nos mantienen ciegos a esos efectos al insertar una distancia entre las personas. Y lo que no se ve a menudo no se piensa cuidadosamente.

En tercer lugar, la retroalimentación favorece los extremos. Los humanos queremos saber que les importamos a los demás, que nuestros pensamientos y acciones tienen algún efecto y no son sin sentido. Pero ¿cómo puedes sentir que importas si no puedes ver a la otra persona? Tienes que confiar en comentarios indirectos a través de respuestas, comentarios, y emoticones. Pero si eres una persona pequeña entre miles de millones de personas que claman por atención, tendrás que destacarte para obtener alguna respuesta, lo cual te invita a ser provocativo en lo que dices o haces.

¿Un agente para el bien?

¿Qué sucedería si pasaras mucho tiempo luchando para atraer la atención de extraños en línea, cuya opinión sobre ti no afecta tu vida en lo absoluto? Te haría decir cosas en línea que nunca dirías en persona. Y esa es una tentación tanto para tus hijos como para ti.

Pero hay formas de usar para bien las redes, al menos de cinco formas.

1. Recuerda, nada se esconde de Dios

Nuestra tendencia a estar menos protegidos en las redes sociales nos recuerda que no podemos guardar secretos de Dios. Él ve todo lo que pasa por tu corazón y tu mente, porque Él es el que te busca (Jer. 17:10; Ap. 2:23). ¿Qué ves tú y tus hijos en publicaciones de las que más tarde se arrepienten, o en publicaciones penosas que simplemente evitan publicar? Ves lo que Dios ya ha visto. Ves la realidad oscura que se esconde debajo de la superficie de cada corazón (Gn. 6:15; 8:21).

Y es bueno ser más transparente contigo mismo. Es fácil vivir en esta tierra como si pudiéramos esconder cosas del Señor y de los demás. Las redes eliminan algunos de los filtros que mantienes en las relaciones cara a cara, y eso te permite verte con un poco más de honestidad.

2. Haz algo positivo con lo que ves ahora

Ayuda a tus hijos a comprender que ver con mayor precisión en un mundo oscuro es un regalo de Dios. Los poderes del mal conspiran con nuestras inclinaciones pecaminosas para evitar que nos veamos a nosotros mismos con precisión (2 Co. 4:4; Ro. 1:18).

Solo la gracia de Dios desenmascara la fealdad dentro de ti para que puedas arrepentirte (Ro. 2:4). Cuando se te caiga la máscara, agradécele por decírtelo y luego pídele perdón. No tienes nada qué perder. Nada, ni siquiera el pecado que mora en ti, puede separarte de Él (Ro. 8:31–39). Su abrazo te libera para ver lo que Él ve y para hablar con Él de manera clara y sincera al respecto.

3. Haz esfuerzos para cambiar lo que ves

Imagina la cara de alguien y pregúntate: cuando lean mi publicación, ¿les será de ayuda, aliento, desafío, les hará un bien lo que dije? 

Es bueno arrepentirse y recibir limpieza del pecado, pero eso no es lo mismo que aprender a amar a la gente con tus palabras. Ya que lo que estás a punto de publicar será leído por otros portadores de la imagen de Dios, vale la pena tomarse un momento para considerar cómo podrías afectarles.

Imagina la cara de alguien y pregúntate: cuando lean mi publicación, ¿les será de ayuda, aliento, desafío, les hará un bien lo que dije? ¿O les herirá, desanimará, molestará, o les tentará a creer que el mal es bueno o viceversa?

4. Recuerda, no hay secretos en internet

Recuérdale a tus hijos esto. Deben entender que tienen poco control una vez que presionan entrar, que las publicaciones desarrollan vidas propias. Incluso si eliminas una, es posible que alguien ya lo haya copiado y reenviado.

Esta es una buena oportunidad para enseñarle a tus hijos: “No digas ni escribas nada que no quieras que todos en el universo escuchen”. Si bien este debe ser nuestro objetivo de comunicación en toda la vida (Lc. 12:2–3), es esencial al publicar en línea. Ayúdale a tus hijos a ser más sabios en lo que dicen enseñándoles a hacerse la pregunta: “¿Seguiré pensando que esta publicación fue una buena idea cuando _________ (mis padres, mis hijos, un posible novio / novia, futuro empleador, o mi pastor) lo lea?”

5. Desarrolla una comunidad real

Habrá ocasiones en que tú o tu hijo aún no estén seguros de si deben publicar algo, incluso después de haber pensado cómo podría afectar a los demás, o si lo lamentarán más adelante.

La comunidad en línea puede ser un camino que te ayude a crecer espiritualmente.

¿Qué hacer, entonces? Ahí es cuando pido el consejo de quienes ya saben lo peor de mí y me aman de todos modos. Puedes utilizar la incertidumbre de la comunidad virtual para crear conexiones más sólidas en el mundo físico, y esas conexiones te ayudarán a relacionarte mejor en ambos mundos.

Medios de crecimiento

La comunidad en línea puede tentarte a decir cosas que de otro modo no dirías, pero también puede ser un camino que te ayude a crecer espiritualmente.

Toma esa oportunidad con seriedad y úsala para verte más claramente, para adquirir gracia con más rapidez, y establecer relaciones con personas que realmente te conocen en tiempo y espacio.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
Imagen: Lightstock.
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