¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×
Nota del editor: 

Aunque el autor escribió este artículo de una perspectiva masculina, reconocemos que también se puede aplicar a las mujeres.

Además de ejercer el liderazgo y la enseñanza, los pastores están llamados a proteger o cuidar del rebaño (Tit. 1:5, 9; 2:15; Jn. 21:15-19). Por lo tanto, la lógica nos dice que es importante que ellos estén al tanto de la asistencia y membresía de su congregación. Obviamente, hay muchas razones prácticas para esto, pero una de ellas es, sin duda, para proteger al rebaño frente a los posibles daños que lo amenazan.

Entonces, yo te pregunto, “¿Quién es la persona más peligrosa en tu iglesia?”.

Aquí, no me estoy refiriendo tanto a un individuo, sino a un tipo de persona. Claro, es fácil detectar al “no creyente”, incapacitado para hablar fluidamente el idioma de Sión. Podemos también identificar a las personas que vienen de un trasfondo doctrinalmente anémico porque persisten en cortarse a si mismos con los cuchillos afilados que mantienen en sus gavetas teológicas. Y por supuesto, cualquier calvinista puede olfatear a un arminiano en menos de 20 segundos. Pero yo sostengo que esta clase de personas no son las más peligrosas entre los que acuden a tu iglesia. Al menos, no lo son en mi experiencia.

La persona más peligrosa en tu congregación es aquel hombre que aunque luce inteligente, es imposible de enseñar. Cuando digo “imposible de enseñar”, quiero decir que él cree tener todas las respuestas. Es el prototipo de quienes piensan: “No me interesa tu información, yo sé lo que creo”. Él es el tipo que aparenta tener mucho conocimiento bíblico. Es de los que suelta unas cuantas palabras sofisticadas y sabe discutir su punto de vista con efectividad. Con frecuencia, está bastante involucrado y aparenta tener todo bajo control. Sin embargo, él es peligroso por la razón que probablemente tú menos te imaginas: no es dócil.

5 características del individuo más peligroso en tu iglesia

Permíteme explicarte algunas de las razones de por qué y en qué forma él es peligroso:

1. Él opaca el evangelio. La Gran Comisión lleva incrustada el ser instruídos (Mt. 28:18-20). Esto quiere decir que un discípulo es alguien que siempre estará aprendiendo. Por lo tanto, el insinuar saberlo todo es negar lo que eres. Como cristianos, somos personas que deberíamos estar aprendiendo constantemente y esto nos incluye a todos, desde los pastores hasta los niños.

2. Él es crítico. Si este individuo no está siendo movido por el ministerio de la Palabra, probablemente se la pasa buscando balas para dispararle a los líderes. Él se sienta en silencio durante los sermones y enseñanzas solo para hacerlos pedazos el lunes por la mañana. Su indocilidad, es decir, su resistencia a ser discipulado, es exactamente lo opuesto a lo que Santiago 1 enseña:

“Por esto, mis amados hermanos: todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Por lo cual, desechando la inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas” (Santiago 1:19-21).

Por favor, toma en cuenta que esto no es un rechazo a la crítica constructiva, la cual es una necesidad urgente. Sin embargo, debemos recordar que hay una diferencia entre la crítica constructiva y la destructiva.

3. Él provoca división. Esto es peligroso para la iglesia ya que las constantes discordias invariablemente ocasionan rupturas (Tit. 3.10). Este tipo de olla hirviendo finalmente se derrama, y cuando lo hace, quebranta la unidad y hiere a la gente.

En mi experiencia, la división en la iglesia, por lo general, es el resultado de alguien que no se deja enseñar. Este tipo de cosas viene de un extenso legado. Consideremos cómo a Diótrefes le gustaba ponerse en primer lugar y fomentar división. ¿Cómo lo hacía? Él no se sometía a la enseñanza de los apóstoles (3 Jn. 9-10). Él no era dócil.

Es obvio que esto es peligroso para su propia alma, pero lo es también para la iglesia. Al igual que Diótrefes tuvo influencia en su congregación, así también el hombre que no se deja enseñar sin duda tiene influencia en su asamblea local, y este es un vehículo para la división.

4. Él es un ladrón de gozo. Una iglesia que es dócil para aprender trae regocijo a sus líderes; la iglesia o el miembro que no lo es, les roba el gozo. Es así de simple (He. 13:7,10). Yo mismo puedo atestiguar que eso es verdad.

5. Él pierde el tiempo de los demás. Debo ser cuidadoso con lo que voy a decir. Yo no me estoy refiriendo a que la obra del ministerio sea una pérdida de tiempo. Lo que quiero decir es que ese tipo de persona que no se deja enseñar constantemente desea usar el tiempo de los pastores y de los líderes de la iglesia para sus discusiones, insistiendo en el mismo tema una y otra vez. Siempre le encuentra la quinta pata al gato para criticarlo todo. Es en este sentido que él es una pérdida de tiempo. O, como diría Pablo, que su obra es en vano (Filipenses 2:16).

5 cosas que puedes hacer por él

Entonces, ¿qué podemos hacer con él?

1. Orar por él. ¡Dios libre que los pastores no se conmuevan porque ellos mismos se hayan vuelto duros de corazón! El deseo es para crecimiento en el evangelio. Por lo tanto, orar es apropiado (Col. 1:9-14; 2 P. 3:18).

2. Reducir al mínimo su influencia. Los pastores siempre deben tener cuidado a quiénes establecen como líderes. En este caso, obviamente, haría sentido no poner en un cargo de liderazgo o como maestro a este señor, aunque sea un experto en Biblia.

3. Velar por él y por las demás ovejas. Si este hombre es cristiano, entonces a él también se le debe cuidar como tal. El pastor debe hacer esto mientras guarda y cuida del rebaño. Este tipo de cosas es lo que mantiene despiertos por las noches a los pastores (ver # 4).

4. Procurar enseñarlo amorosamente. Persiste en ello continuamente (Tito 2:15).

5. Confrontarlo cuando sea necesario. Cuando hay pecado involucrado, Jesús es claro sobre lo que debe ocurrir (Mateo 18:15-18).

Este asunto es una carga pesada para los pastores y miembros de la iglesia por igual. Por lo tanto, incluso el considerar tales cosas debe llevarnos a hacer una pausa, evaluar nuestros propios corazones, y orar por receptividad de la palabra de Cristo (Stg. 1:20; Col. 3:15).


Publicado originalmente para The Gospel Coalition. Traducido por Andreina Lopez.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando