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El tráfico en la Ciudad de México puede ser abrumador. Cuando estás en el auto, atrapado en tu asiento y atado con tu cinturón de seguridad, no te queda más que mirar con resignación el camino que te queda por delante.

Fue en unas de esas ocasiones en las que el evangelio del Señor Jesús brilló al interior de nuestro auto. Nuestros hijos, de edad 7 y 5, ahuyentan el aburrimiento con música. Soy como el disyoquey de nuestra familia, y me pidieron algún canto. El Señor me trajo a la mente una canción que no habíamos escuchado por ya varios meses, tal vez más de un año. Una que reunía varios textos bíblicos y tenía como base Romanos 8:1, donde Pablo emocionadamente anuncia una de las proclamaciones más importantes de la fe cristiana: “Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús”.

Niños pequeños, preguntas grandes

Inmediatamente después de que comenzó la canción, las preguntas comenzaron a llover.

¿Qué significa “condenación”? ¿Qué es “estar en Cristo”? ¿Qué significa “sin mancha”? ¿Qué significa “justificado”? ¿Qué quiere decir “culpable”?

Las preguntas llegaban tan rápido que tuve que pausar la canción varias veces. “¡Ponla otra vez papi! ¡Una vez más! ¡Ahora sí, la última!”, decían con emoción.

El Espíritu Santo de Dios comenzó a hacer su perfecta, incomparable, magistral, y soberana obra en su corazón. En medio del tráfico. Dentro del auto. Cansados y agobiados. El Espíritu de Dios vio propicio tocar el corazón de mis hijos para abrir sus ojos mediante la explicación del evangelio.

Nuestros hijos necesitan el evangelio tanto como las personas adultas. Los niños desesperadamente necesitan el evangelio de Cristo Jesús.

Nuestros hijos necesitan el evangelio tanto como las personas adultas a las que les queremos un día predicar, o alcanzar, o influenciar. Los niños desesperadamente necesitan el evangelio de Cristo Jesús. Uno de los peligros mortales que corren los niños de familias cristianas es creer que son creyentes sin haber realmente sido confrontados con el evangelio.

La enorme labor de darle el evangelio a los pequeños

Así que permíteme darte tres formas en las que podrás cumplir con la labor de darle el evangelio a los niños, ya sean tus hijos, tus estudiantes, o familiares; todos los niños tienen la misma necesidad de arrepentimiento y fe.

1. Lean la Biblia de forma inductiva

Una de las primeras cosas que mi hija hizo en cuanto aprendió a leer fue leer su Biblia. Pero casi de manera inmediata me dijo: “Papi, no la entiendo”. Fue en ese periodo de tiempo que comencé a buscar una manera de leer la Biblia que les fuera didáctica.

No quiero siempre acudir a libros infantiles de historias bíblicas, o a otros recursos que hablan acerca de la Biblia, pero que no son la Biblia. No me malinterpretes, hay excelentes recursos infantiles con excelente calidad teológica que puedo recomendar sin temor alguno. Pero es mi convicción que una familia cristiana necesita leer la Biblia. Y por el bien espiritual de los niños, ellos también necesitan leer las Escrituras, o que alguien se las lea.

La lectura inductiva de la Biblia es algo que hemos hecho en los últimos meses, y ha cambiado nuestras vidas radicalmente. Es algo tan simple que puedes comenzar hoy mismo. En nuestro caso, compramos una Biblia inductiva (en inglés). No es algo del otro mundo, simplemente es una Biblia que tiene triple espacio entre líneas, lo que hace muy sencillo subrayar, marcar, dibujar flechas que apunten hacia otra parte del texto, escribir en los márgenes, incluso hasta dibujar en ella.

Pero si no hablas inglés, o no tienes los recursos para comprar esa Biblia, ¡no te preocupes! Es tan sencillo como descargar porciones de la Biblia a tu computadora y darles doble o triple espacio e imprimirlas. ¡Así de fácil! Comienza con los Evangelios o libros pequeños. Subraya palabras importantes, marca palabras repetidas, dibuja flechas que conecten ideas con ideas anteriores, haz líneas que conecten los versículos que estás leyendo con versículos anteriores. Explícale a los niños cómo es que Cristo se presenta en ese texto. Háblales de cómo se conecta el evangelio con esa porción bíblica en particular.

Enséñale a tus hijos la gracia y misericordia de Dios en el evangelio. Que les quede claro que Cristo murió para salvar y rescatar a todos los que creen en Él.

Si comienzas con los Evangelios, constantemente verás referencias a las multitudes que le seguían. Muéstrales por qué a pesar de que había multitudes, solo pocos creyeron. Pregúntales qué entienden del evangelio, explícaselos vez tras vez. Enséñales la gracia y misericordia de Dios en el evangelio. Que les quede claro que Cristo murió para salvar y rescatar a todos los que creen en Él (Jn. 3:16). Que lo sepan, que lo entiendan, que lo oigan, y que lo vean ellos mismos en las Escrituras.

2. Confiesen sus pecados

Los niños necesitan entender la realidad y la necesidad de la confesión de pecados.

Cuando Santiago escribe: “Confiésense sus pecados unos a otros” (Stg. 5:16), está hablando de tener un espíritu de comunidad, de transparencia, de responsabilidad los unos por los otros. Pero se ha abandonado esta enseñanza en el ámbito familiar. Nuestros hijos e hijas necesitan escuchar qué es la confesión de pecados. Ellos necesitan ver que aunque tenemos perdón de pecados en Cristo, nuestra naturaleza pecaminosa aún tiene presencia en nuestro diario vivir y afecta nuestra relación con Dios. El pecado nos hace caer, tropezarnos, y alejarnos de Dios.

Los niños necesitan entender la realidad y la necesidad de la confesión de pecados. Necesitan verte y escucharte confesar tus pecados, y necesitan aprender cómo confesar sus propios pecados. Si no ven que a sus padres les duele el pecado a tal grado de confesarlo a Dios, entonces desarrollarán el mismo desinterés por confesar el suyo propio.

Si no confiesan sus pecados, aprenderán a vivir una vida cristiana que se basa solamente en conducta, asistencia a la iglesia, portarse bien. Y no verán que el cristianismo es algo real, vivo, diario, y transparente.

Los niños necesitan limpieza de pecados y madurez espiritual de la misma manera que los adultos. Tienen que entender que cuando se levantan de la cama cuando les dijiste que no se levantaran, o cuando no limpian su habitación, o cuando se pelean entre sí, o mienten, o gritan, es debido al pecado que hay en ellos. Tienen que decir junto con Pablo: “Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí” (Ro. 7:21).

La confesión de pecados es una excelente manera de presentarles el evangelio todos los días. La confesión no es para uso en caso de emergencia, sino más bien una manera en la que nuestros niños podrán ver la gracia de Dios, su preciosa misericordia, y su profundo e incondicional perdón. No inhibas a tus hijos de tener una relación personal con Dios al no mostrarles de qué se trata la confesión de pecados

3. Escuchen música doctrinal

Mientras que el evangelio se presenta por medio de las Escrituras, la música que es rica en doctrina y teología de salvación es una gran herramienta para que nuestros niños sean expuestos a la verdad del evangelio. Los niños necesitan escuchar el evangelio en la música para que su corazón memorice las verdades de Cristo, su cruz, su muerte, su resurrección, su glorificación, su poder para perdonar pecados.

Así que ten discernimiento en la música que tus hijos escuchan. Ten sensibilidad en poner música en el auto que sea de edificación para tu familia. Detén la música para explicar términos importantes. Enfatiza ciertas verdades doctrinales que la canción esté marcando.

Es crucial que les ayudes a desarrollar un oído crítico que evalúe y disfrute las verdades teológicas en la música que escuchan. Es una bendición escuchar a los niños cantar de la muerte de Cristo, de su propiciación por nuestros pecados, de la Trinidad, o de alguna otra doctrina bíblica. Es precisamente lo que Pabl pide a los creyentes en Colosas cuando dice: “Con toda sabiduría enseñándose y amonestándose unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias en sus corazones” (Col. 3:16).

Quiero que Dios toque el corazón de mis hijos, de los niños de nuestra iglesia, y los de futuras generaciones. Pero si no somos intencionales en mostrarles el evangelio, habrá una desconexión generacional con el evangelio, y tendrán una pretensión religiosa que no será de gloria para Dios. Sé que hay más recursos y herramientas que puedes ocupar, pero espero que estas sugerencias te sean de ayuda. Ora para que el Espíritu Santo de Dios obre en los corazones de tus niños y los salve. Pero sé diligente, haz la obra de evangelista, ponte el calzado del evangelio, y lleva las noticias de Cristo a los niños.


IMAGEN: LIGHTSTOCK.
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