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El evangelio no empezó en el Edén. Tampoco empezó con la venida de Jesús. Él dijo: “Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio de Mí!” (Jn 5:39). Luego de Su resurrección enseñó a Sus discípulos que Él era el protagonista de toda la Biblia (Lc. 24:27). Si lees bien la Biblia, verás que el evangelio de alguna manera está anunciado o predicho a lo largo de sus páginas. Así que el evangelio, en realidad, comenzó en la mente de Dios. Fue planificado desde la eternidad (Ef. 1:3-5; Ap. 13:8). Así que es un mensaje eterno como nuestro Dios

Sin embargo, las generaciones humanas son cambiantes. Aunque los corazones de las personas siguen iguales en su estado desde la entrada del pecado al mundo, lo que ellas piensan y lo que mueve sus emociones es mudable. A veces los tiempos cambian de manera acelerada y allí radica parte del reto del ministerio a los jóvenes. Para entender esto basta ver lo raras que pueden resultarnos las cosas que la mayoría de ellos parecen disfrutar en sus redes sociales hoy. ¿Alguna vez imaginaste que canales en Youtube como los de PewDiePie y Werevertumorro serían tan atractivos para millones de jóvenes en el mundo?

El cumplimiento de la gran comisión que vemos en Mateo 28:18-20 implica llevar el evangelio eterno a las generaciones cambiantes, incluyendo a esa generación de jóvenes muy diferente a la nuestra. ¿Cómo podemos lograrlo?

Aquí hay al menos tres cosas necesarias para alcanzar a la nueva generación. Aunque en las siguientes palabras me enfoco en el ministerio a jóvenes en la iglesia, lo que leerás aquí pueden ser útiles en la familia, el trabajo social, o algún ministerio de misericordia.

He podido hablar lo siguiente, junto a más lecciones y consejos prácticos para líderes, en mi charla Ministerio de jóvenes centrado en el evangelio.

1. Entendimiento de que no hay nada nuevo bajo el sol

Es fácil desesperar al ver cómo muchos jóvenes se apartan de la fe. Pero, si bien las generaciones son cambiantes, no hay nada nuevo bajo el sol (Ec. 1:9). Consideremos esto:

  • La fe siempre ha sido difícil de creer. En la cultura más cristianizada, Dios igual tiene que hacer resplandecer Su luz en los corazones de las personas y dar vida a muertos espirituales para que ellos crean el evangelio (2 Co. 4:3-6; Ef. 2:1-5).
  • El hombre caído siempre ha estado atento a sí mismo. Debido al pecado, todos hemos vivido enfocados en nosotros. Así que no deberíamos desanimarnos cuando vemos que los jóvenes de hoy también se comportan así.
  • La moralidad humana siempre se ha resistido a los mandatos divinos. Desde que Adán y Eva pecaron, las personas suelen hacer lo contrario a lo que Dios les dice que hagan.
  • Los siervos de Dios nunca han sido suficientes en número. En el ministerio a los jóvenes es vital entender esto porque a veces podemos sentir mucha carga al creer que todo depende de nosotros. En realidad, siempre faltan siervos.

¿No debería llenarte de consuelo y esperanza que Dios sea poderoso para seguir rescatando a pecadores?

Por tanto, cuando un joven en tu ministerio se aparte de la fe mientras eres fiel a la Palabra, no eres el culpable de eso (aunque si podías hacer más y puedes hacer más, te animo a hacerlo a partir de ahora). Si al leer esto piensas en alguien que se apartó del evangelio, te animo a orar por Él. Pero debes entender que hay cosas que sencillamente escapan de tu control.

El ministerio a los jóvenes siempre ha sido humanamente imposible luego de Génesis 3. Sin embargo, Dios ha cambiado a jóvenes a lo largo de la historia y lo sigue haciendo hoy. Esto nos demuestra que la salvación es del Señor (Jon. 2:9). ¿No debería llenarte de consuelo y esperanza que Dios sea poderoso para seguir rescatando a pecadores?

2. Pasión por el evangelio

En una ocasión le preguntaron a Benjamin Franklin por qué acudía a los sermones evangelísticos del gran predicador George Whitefield, si ni siquiera creía lo que él enseñaba. Franklin respondió: “Yo no creo lo que él dice, pero él sí”. El entusiasmo de Whitefield era impactante y atrayente, y lo mismo debería verse en nuestro ministerio.

Los Youtubers populares entre los jóvenes se meten en sus personajes y son apasionados en lo que hacen. Los jóvenes aprecian esas cosas, y nosotros tenemos en el evangelio el motivo para la pasión más grande que ellos deberían conocer.

Muchos jóvenes tienen hambre de Dios, pero quieren saber que a ti te interesa ministrarles y que la fe es genuina en ti.

Así que si dices estar apasionado por el evangelio, pero no se te nota, los jóvenes pensarán (seguramente con razón) que eres un hipócrita. Pero si en verdad te apasiona el evangelio, ellos olerán desde lejos la sinceridad en ti y desearán ese ímpetu porque la nueva generación valora la pasión casi por encima de cualquier otra cosa. Verás en tu ministerio cómo el amor al evangelio es algo que se transmite más por contagio que por sola enseñanza.

Como el pastor Kevin DeYoung ha comentado: “Las nuevas generaciones no se interesarán en el cristianismo si parece ser sin vida, estar estancado y no inspirador. Solo tomarán en serio la fe cristiana si parece ser algo que valga su tiempo”. Eso describe a muchos jóvenes. Tienen hambre de Dios, pero quieren saber que a ti te interesa ministrarles y que la fe es genuina en ti.

3. Convicción en la necesidad de la predicación

No es pecado tener una buena calidad de producción en tu ministerio. No es malo en sí mismo usar luces, tener excelente música, y sonido. Tampoco es pecaminoso usar dinámicas con los jóvenes, ya que ellas pueden ser útiles para conocerlos más y ayudarlos a entender cómo aplicar lo que aprenden de tu enseñanza.

Pero el enfoque de tu ministerio no deben ser esas cosas, sino la predicación de la Palabra (2 Ti. 4:2). Pablo se andaba sin rodeos para predicar lo que para el mundo era una necedad, porque él sabía que Dios salva por medio de la predicación (1 Co. 1:21-24).

Al enseñar cualquier cosa a los jóvenes, debemos hacerlo centrados en el evangelio si queremos honrar a Dios y ver transformación en ellos.

Aquí es vital aclarar que predicar la Palabra no se trata de hablar una y otra vez de los mismos temas que siempre se abordan en grupos de jóvenes (pornografía, adicciones, autoestima, sexualidad, evangelismo, ser radicales para Cristo, etc). Esos temas importan, pero la Biblia tiene más cosas para decir. Es por eso que, en el grupo de jóvenes donde he podido servir por años, buscamos enseñar sobre libros completos de la Biblia y otros asuntos complejos (como el sufrimiento, la duda en el creyente, la depresión, etc).

Lo primordial es que cada enseñanza sea  el a la Palabra y centrada en el evangelio. Incluso si en tu grupo de jóvenes la mayoría son creyentes. Timothy Keller explica bien la razón de esto:

“El evangelio no es solo el ABC, sino de la A a la Z de la vida cristiana. Es inexacto pensar que el evangelio es lo que salva a los que no son cristianos, y que los cristianos maduran al tratar duramente de vivir de acuerdo con los principios bíblicos. Es más preciso decir que somos salvos por creer en el evangelio y luego somos transformados en cada esfera de nuestras mentes, corazones y vidas al creer en el evangelio más y más profundamente a medida que la vida transcurre”.[1]

Todo creyente necesita el evangelio tanto como un inconverso lo necesita. Todos los días necesitamos la sangre de Jesús que perdona nuestros pecados. Todos los días necesitamos entender lo que Él hizo por nosotros y quiénes somos en Él. Por tanto, al enseñar cualquier cosa a los jóvenes, debemos hacerlo centrados en el evangelio si queremos honrar a Dios y ver transformación en ellos.


[1] Timothy Keller, Iglesia centrada (Vida), p. 54.


Imagen: Lightstock.
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