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De parte de Dios y delante de Dios: Una guía de predicación expositiva, del pastor Sugel Michelén, es uno de los libros más influyentes sobre predicación en los próximos años.

Estas fueron algunas frases que captaron mi atención a medida que lo visité recientemente. Entre paréntesis se encuentran las posiciones en la edición en Kindle del libro.


“Aunque predicamos para la edificación de los creyentes y la salvación de los perdidos, hay una sola Persona en el auditorio que debe estar de acuerdo con nuestra predicación, una sola Persona a quien debemos procurar agradar y cuya opinión vale más que la del mundo entero” (281).

“Debemos esforzarnos por exponer fielmente las Escrituras porque Dios se glorifica llevando a cabo Su obra a través de Su Palabra” (291).

“Si la herejía ha matado a sus miles, el pragmatismo ha matado a sus diez miles” (359).

“Si el Dios del universo ha hablado, Sus criaturas deben escuchar y obedecer; ese es el fundamento que sustenta nuestra relación con Él” (461-462).

“Al colocarnos detrás del púlpito o al asumir la postura de maestros de la Palabra en cualquier otro contexto, debemos poder decir con integridad: ‘Yo no hablo por mi propia cuenta; estoy enseñando lo que aprendí de Dios al escudriñar Su Palabra’” (907).

“Un sermón expositivo es aquel que expone y aplica el verdadero significado del texto bíblico, tomando en cuenta su contexto inmediato así como el contexto más amplio de la historia redentora que gira en torno a la Persona y la Obra de Cristo, con el propósito de que el oyente escuche la voz de Dios a través de la exposición y sea transformado” (927).

“Ni siquiera nuestras propias debilidades y pecados, que muchas veces quedan al descubierto cuando estudiamos la Palabra, deben movernos a predicar con timidez” (1070).

“Un predicador dubitativo no es un predicador humilde: es un hombre sin convicción” (1087).

“La predicación es la comunicación en forma de discurso oral de un mensaje extraído de las Sagradas Escrituras por medio de una exégesis cuidadosa; transmitido con autoridad, convicción, denuedo, pasión, urgencia y compasión; a través de toda la personalidad de un hombre redimido, llamado y cualificado por Dios; bajo la influencia y el poder del Espíritu Santo, para la gloria de Dios en Cristo, la salvación de los pecadores y la edificación de los creyentes” (1226).

“Hay una tensión constante en el predicador entre el estudio de la Palabra con diligencia y la dependencia consciente del Espíritu de Dios en todo momento. Una cosa no elimina la otra” (1313)

“Dios quiere que dependamos de Él, por la sencilla razón de que sabe cuán inútiles somos sin Él” (1388).

“A menudo tendemos a olvidar que el fruto del Espíritu es más importante para la predicación eficaz que los dones del Espíritu” (1406).

“El Espíritu de Dios es contristado por nuestra pereza en el desempeño de nuestra labor ministerial o, por el contrario, por una sobreconfianza en nuestra preparación” (1414).

“La exégesis debería incendiar nuestros corazones en devoción porque nos abre las puertas a un conocimiento más profundo de Dios a través de Su Palabra; cuando no es así el problema no está en la labor exegética en sí, sino en el corazón del exégeta” (1988).

“Si eres capaz de rebatir la teología liberal de algunos alemanes muertos, ¡fantástico! Pero recuerda que en el púlpito te estás dirigiendo a personas que en su mayoría no viven en ese mundo de la academia, y que también los eruditos necesitan entender la Biblia y aplicarla en sus vidas. Habla de tal manera que todos te entiendan” (2636).

“Un sermón es eficaz cuando el predicador es capaz de aplicar las Escrituras conforme a la intención de las Escrituras” (2950).

“Si no nos esforzamos por amoldar nuestra vida a las Escrituras, tarde o temprano terminaremos torciendo las Escrituras para que encaje con nuestra vida” (3038).

“Si tu corazón se enciende en el proceso de preparación [del sermón], es muy probable que lleves algo de ese fuego al púlpito” (3364).

“Tu aceptación delante de Dios no depende de tu desempeño en el púlpito, sino de la obra perfecta de redención que Jesús llevó a cabo” (3800).

“Cuando colocas el evangelio en el centro de tu vida, tu mayor anhelo no será llegar a ser un mejor predicador, sino llegar a tener una comunión cada vez más íntima y deleitosa con Aquel que entregó Su vida por ti en la cruz del Calvario. El deseo de predicar mejor no necesariamente te ayudará a ser un mejor cristiano; pero en la medida en que te acercas más a tu Señor y Salvador, eso de seguro contribuirá a que prediques mejor, si Dios te llamó a hacerlo” (3801).

Para conocer más sobre este libro, lee la reseña de Coalición por el Evangelio.


Imagen: Lightstock.
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