¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Me encanta beber agua, aunque sé que muchas personas prefieren otros líquidos. Si no tengo mi botella de agua cerca de mí, siento como si mi cuerpo se deshidratara. ¿Crees que podría ocurrir algo así en nuestra vida espiritual?

La autora de Un corazón en el desierto (Grupo Nelson, 2021), Patricia Namnún, plantea cómo los descuidos en los hábitos espirituales, junto a otras causas, pueden llevar a un creyente a experimentar la realidad de la sequía espiritual y cómo podemos volver a Dios al encontrarnos en esta clase de desiertos.

Estas son 20 frases destacadas que encontré en mi lectura de este recurso:


No sabemos con exactitud qué nos lleva a una temporada de desierto, pero tendemos a perder de vista las grandes consecuencias que produce nuestra lejanía del Señor (p. 9).

Poder establecer un diagnóstico espiritual de la condición de nuestras almas es el primer paso para conocer cuál es el tratamiento divino que nuestros corazones necesitan (p. 20).

Necesitamos detenernos con frecuencia en nuestro andar como creyentes y evaluar nuestra vida. Necesitamos considerar nuestros caminos y ver si somos saludables espiritualmente (p. 24).

Nuestra medida no es otra persona, nuestra medida es Dios, y delante de ese Dios justo y recto todos quedamos por debajo del estándar que Él ha establecido (p. 52).

Necesitamos ver el pecado como lo que realmente es, un enemigo mortal que solo terminará trayéndonos destrucción, muerte y desolación (p. 65).

Un alma que se encuentra genuinamente con los ríos de agua viva deja a un lado las aguas contaminadas que por tanto tiempo la han mantenido en el desierto seco (p. 72).

Volver a Dios es lo que necesitamos hacer cuando hemos estado alejadas en el desierto espiritual de nuestro corazón (p. 77).

Dios no te ama menos porque te has alejado de Él y ahora estés sumida en un desierto espiritual. Tu corazón seco y alejado no cambia su amor hacia ti (p. 92).

La gracia de nuestro Dios abre la puerta para que emprendamos con libertad el camino del arrepentimiento de vuelta a Dios (p. 93).

Dios ha diseñado a su iglesia para que sea una comunidad en la que sus miembros dependan los unos de los otros como un solo cuerpo, del cual Él es la cabeza (p. 98).

Vivimos pretendiendo, pero las pretensiones son aspiraciones irreales y hasta mentiras que nunca han llevado a nadie a cambiar (p. 104).

La humildad no es tener un bajo concepto de nosotras mismas, sino vernos a la luz de nuestra gran pecaminosidad y de lo que Dios es: santo, glorioso, bueno, sabio (p. 108).

En lugar de hacer de otra persona nuestro refugio, es mejor acudir a la Roca que es más alta que nosotras, a nuestro castillo fuerte (p. 111).

El evangelio no es simplemente la puerta de entrada a nuestras vidas como creyentes, el evangelio es nuestro hogar (p. 127).

Lo que nos toca a nosotras no es solo tener el buen deseo de conocerlo, sino que también necesitamos ser intencionales en nuestra búsqueda del Señor (p. 153).

Vivir de cara a Dios implica que reconozcamos su presencia y nos sometamos a su voluntad en cada circunstancia, decisión, conversación, en cada aspecto de nuestra vida (p. 162).

Ninguna otra disciplina espiritual es más importante que nuestro consumo de la Palabra de Dios. No hay creyente que pueda caminar con salud espiritual si se aparta de las Escrituras (p. 172).

La honestidad delante de Dios nos permite darnos cuenta y reconocer realmente en qué lugar espiritual se encuentran nuestros corazones (p. 188).

No hay nada fuera de Él que pueda darnos la plenitud que tanto buscamos en nuestra vida (p. 210).

Mientras sigamos buscando nuestra salvación en todo aquello que no es Jesús, nuestras almas seguirán secas y nuestra permanencia en el desierto no tendrá fin (p. 215).

Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando