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En su libro, No desperdicies tus emociones: Cómo lo que sientes te acerca a Dios y le da gloria (B&H Español, 2023), Alejandra Sura nos lleva a meditar y vivir nuestras emociones a la luz de lo que Dios dice sobre ellas.

Estas son veinte frases destacadas que encontré en mi lectura de este libro.


El amor por Dios es la más perfecta, santa y compleja de las emociones que perdurará por toda la eternidad (loc. 256).

Aunque nuestras emociones son un reflejo de las de Dios, no debemos cometer el error de pensar que Dios experimenta las emociones de igual manera que nosotros (loc. 267).

La gran diferencia entre las emociones que experimentamos y las que experimentó Jesús es que Él las vivió de una forma perfecta y sin pecado (loc. 364).

Jesus nos demuestra cómo luce una vida guiada por deseos que agradan a Dios a pesar de lo que nuestras emociones puedan demandar (loc. 692).

Cuando escoges confiarle tus emociones al Señor y tomar tiempo para examinar y vigilar tu corazón en Su presencia, estás creyendo que Él es fiel (loc. 1006).

Cuando el volante de nuestra vida queda a merced de las emociones es porque quizás hemos olvidado que «nada hay tan engañoso como el corazón» (loc. 1193).

El problema del ser humano y su vida emocional fuera de control va más allá de la conducta y los problemas de este mundo. Es un problema del corazón (loc. 1968).

El poder y el fruto del Espíritu Santo, nos revela lo que pensamos y sentimos, y también nos provee la dirección moral a través de la manifestación del carácter de Cristo (loc. 2442).

Cuando no has desarrollado la destreza de identificar y nombrar lo que sientes de forma clara, estás desperdiciando la oportunidad de desarrollar más intimidad con Dios (loc. 2454).

Toda emoción que experimentas es una oportunidad de crecimiento cuando invitas a Jesús a hablar de lo que está en tu corazón y de la situación que estás viviendo (loc. 2465).

Hablar con Dios con franqueza siempre debe terminar en la búsqueda de las verdades bíblicas que nos ayudan a ceder nuestro dolor a Dios, al arrepentimiento y al gozo (loc. 2856).

Cuando estamos pasando por emociones difíciles, tenemos la oportunidad de tener una relación intencional con Dios: la solución siempre es buscarlo (loc. 2868).

El ser humano no florece teniendo una mejor vida, florece conociendo y reconociendo a Dios en su caminar (loc. 2925).

La garantía para no caer en confusión emocional se sustenta en nuestro conocimiento de la Biblia. A través de su lectura diaria, Dios «ilumina tu sendero» (loc. 2925).

La paz que sobrepasa todo entendimiento es encontrarse con Jesús en medio del caos (loc. 2994).

En medio de las dificultades que producen una crisis emocional, la paz sobrenatural no descansa en salir del problema, sino que descansa en vivirlo de la mano del Dios trino (loc. 2994).

Dios es infinitamente Santo, por lo tanto, es también infinitamente confiable. Dios no comete pecado como nosotros (loc. 3052).

Dios nunca te fallará, Su naturaleza lo hace imposible. No solo puedes creer en Él, puedes creerle a Él. Si decides creerle —a pesar de tus emociones difíciles— llegarás a descansar en Él (loc. 3052).

Tener la perspectiva de Dios en el corazón te consuela y se convierte en el más duradero deleite cuando llega la aflicción (loc. 3438).

El destino final no es «tener más inteligencia emocional» o «sanar mis heridas». Estos son resultados de la meta principal del cristiano: la cercanía progresiva a Dios (loc. 3539).

Nota del editor: 

Si deseas conocer más sobre este libro, puedes leer esta reseña y esta entrevista.

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