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El costo del discipulado, del teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer, es uno de los libros cristianos más impactantes del siglo pasado. Se trata de una obra clásica que nos anima a seguir a Jesús y nos recuerda lo que Él demanda de nosotros.

Estas fueron algunas frases que captaron mi atención a medida que lo visité recientemente, y espero que te animen a profundizar con discernimiento en el libro y reflexionar más sobre lo que significa el discipulado. Entre paréntesis se encuentran las páginas de las citas.


“El mandamiento de Jesús no es una especie de tratamiento de shock espiritual. Jesús no pide nada de nosotros sin darnos la fortaleza para realizarlo. Su mandamiento nunca busca destruir la vida, sino promoverla, fortalecerla y sanarla” (38).

“La gracia de alto costo es el Evangelio que debe ser buscado, el don que debe pedirse; la puerta que un hombre debe golpear” (45).

“Felices son aquellos que saben que la gracia puede vivir en el mundo sin pertenecer a él, quienes al seguir a Jesucristo, están tan seguros de su ciudadanía celestial que son verdaderamente libres para vivir sus vidas en este mundo” (58).

“Cristo llama, el discípulo sigue: eso es gracia y mandato todo en uno” (63).

“La única forma de vencer el legalismo es por medio de una obediencia real a Cristo cuando Él nos llama a seguirlo; porque en Jesús la ley al mismo tiempo se cumple y se cancela” (92).

“El discipulado significa adherir a la persona de Jesús y, por lo tanto, someterse a la Ley de Cristo, que es la ley de la cruz” (97).

“Negarse a uno mismo es estar solamente consciente de Cristo y no más del yo, únicamente verlo a Él, que va adelante y no más el camino que es demasiado difícil para nosotros. Una vez más, todo lo que la autonegación puede expresar es esto: ‘Él guía el camino, síguelo de cerca’” (97).

“Jesús no se llama a sí mismo la sal de la tierra, sino a sus discípulos, porque Él les confía esta obra” (130).

“La manera correcta de retribuir la maldad, de acuerdo a Jesús, es no resistirla” (160).

“La voluntad de Dios, a la cual la ley da expresión, es que los hombres deben derrotar a sus enemigos, amándolos” (167).

“Nuestra actividad debe ser visible, pero no debe hacerse jamás con el fin de que se haga visible” (179).

“Oramos a Dios porque creemos en Él a través de Jesucristo; es decir, nuestra oración jamás puede ser una súplica a Dios, porque no tenemos necesidad de ir ante Él de esa manera. Somos privilegiados porque sabemos que Él conoce nuestras necesidades antes de que le pidamos” (184).

“¿Qué deben hacer los discípulos cuando enfrentan a la oposición y no pueden penetrar los corazones de los hombres? Deben admitir que en ninguna circunstancia poseen ningún derecho o poder sobre otros y no tienen acceso directo a ellos” (211)

“La única manera de alcanzar a otros es a través de Aquel en cuyas manos están ellos mismos, igual que todos los demás hombres” (211).

“El objetivo del mandato de Jesús siempre es el mismo: evocar una fe sincera; hacer que amemos a Dios y nuestro prójimo con todo nuestro corazón y alma. Este es el único rasgo inequívoco en su mandato” (258).

“Nadie puede llegar a ser un nuevo hombre excepto al entrar en la Iglesia y pasar a ser miembro del Cuerpo de Cristo. Es imposible transformarse en un nuevo hombre como un individuo solitario” (277).

“La vida entera en común del compañerismo cristiano oscila entre la Palabra y el sacramento; comienza y finaliza en la adoración. Espera con expectativa el banquete final en el Reino de Dios” (291).

“En el mundo, los cristianos son una colonia del verdadero hogar; son extranjeros y advenedizos en tierra extraña, que disfrutan de la hospitalidad de esa tierra, obedecen sus leyes y honran a sus gobernantes. Reciben con gratitud los requerimientos de la vida corporal y en todas las cosas demuestran ser honestos, justo, puros, amables, apacibles y listos para servir” (308).

“Si la Iglesia se niega a enfrentar la severa realidad del pecado, no conseguirá credulidad cuando hable del perdón” (329).

“Y porque realmente Él (Cristo) vive su vida en nosotros, nosotros también podemos andar como Él anduvo… somos capaces de seguir el ejemplo que nos ha dejado, entregar nuestras vidas por los hermanos como hizo Él. Es solamente porque Él se volvió como nosotros, que nosotros podemos volvernos como Él” (348).


Imagen: Unsplash.
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