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Lamentablemente, es bastante fácil el pensar en algún atleta, músico o actor talentoso que mostró un potencial inicial en sus carreras, pero que lamentable se opacaron prematuramente. “Parecía que a fulano de tal le iba muy bien, ¿cómo es que no tuvo éxito?”. Usualmente pensamos que hubo falta de disciplina, de enfoque, o de humildad, lo que les llevó a perder una gran oportunidad?”.

Así mismo, los pastores son susceptibles a no vivir de acuerdo con su potencial. Las habilidades naturales o las bendiciones de ministerios previos no son suficientes para hacerlo llegar a la meta final del ministerio.

Cada pastor debe ser sabio tanto en seguir a Cristo como en evadir las artimañas del diablo que quieren hacerle caer (1 Tim. 3:6-7). Debe hacer todo lo posible para ser el tipo de pastor que fracasa en alcanzar su potencial ministerial. ¿Cómo se ve esto? Aquí hay diez ejemplos.

1. El pastor enfocado solamente en el futuro.

¿Estás siempre pensando sobre tu siguiente posición ministerial o soñando con otros roles? No permitas que tus deseos futuros te roben la oportunidad que Dios te está dando en el presente. El Señor te tiene donde estás ahora por una razón. El césped siempre está más verde cuando es regado.

“El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho; y el que es injusto en lo muy poco, también es injusto en lo mucho”, Lucas 16:10.

2. El pastor propenso a la ira.

Los pastores muchas veces se enfrentan con situaciones estresantes y con personas difíciles y son propensos a agotarse en el ministerio. La combinación correcta de personas y de cosas estresantes pueden ser peligrosas para el pastor que se enoja fácilmente. Jóvenes rebeldes y miembros de la congregación que discuten constantemente no deberían de darle al pastor una razón para perder su compostura, ni siquiera por un momento. El permitir que la ira te controle puede llevarte a agredir físicamente a alguien y a ser considerado no apto para el ministerio.

“Un obispo debe ser, pues, irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar, no dado a la bebida, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso”, 1 Timoteo 3:2-3.

3. El pastor que lo hace todo solo.

Puedes ser tentado a ver el ministerio de la iglesia como algo que tú posees y de lo que eres responsable. Los pastores no deben buscar controlar cada aspecto del ministerio sino más bien buscar capacitar a otros para realizar el ministerio bíblico (2 Tim. 2:2). Por eso en Leadership Resources equipamos a pastores a leer y predicar la Palabra de Dios con el corazón de Dios, y a poder entrenar a otros también. Nuestro programa llamado “Predicando Expositivamente La Palabra” afinará tus habilidades de proclamar la Palabra de Dios y te proporcionará la confianza para equipar a otros para hacer un ministerio de la Palabra.

“Y El dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”, Efesios 4:11-12.

4. El pastor insubordinado.

El pastor insubordinado puede preferir su visión del ministerio sobre la visión de su jefe y rehusarse a someterse a su autoridad. Esta actitud puede causar división en la iglesia, y ser de irrespeto de la visión de los demás pastores. Pastor, Dios te ha llamado a modelar la sumisión que Cristo mostró a sus superiores en frente del rebaño.

“Obedezcan a sus pastores y sujétense a ellos, porque ellos velan por sus almas, como quienes han de dar cuenta. Permítanles que lo hagan con alegría y no quejándose, porque eso no sería provechoso para ustedes”, Hebreos 13:17.

5. El pastor que ama el dinero.

El dinero es uno de los tres grandes pecados que Satanás usa más frecuentemente para hacer que los pastores caigan (juntamente con el sexo y el poder). Las tentaciones financieras abundan, y van desde tomar de los fondos de la iglesia para uso personal hasta las apuestas. Guarda tu corazón contra el amor al dinero, y ora que Dios te ayude a modelar la piedad acompañada de contentamiento (1 Tim. 6:6).

”…no avaricioso…”, 1 Timoteo 3:3.

6. El pastor infeliz.

Este tipo de pastor ve la vida y el ministerio como un vaso medio vacío. Un pastor debería ser capaz de administrar bien su vida espiritual y sus afectos espirituales. La carencia del gozo cristiano le roba al pastor de una de las más grandes armas (lee Nehemías 8:10) y hace muy difícil motivar una pasión por Dios en aquellos que están bajo su cuidado. La falta de gozo puede ser un resultado de la falta de una perspectiva robusta del poder de Dios.

“Regocíjense en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocíjense!”, Filipenses 4:4.

7. El pastor con intereses muy particulares.

Tener un interés especial en ciertos temas o doctrinas puede llegar a ser un problema cuando esos intereses particulares dominan todo lo que el pastor dice y hace. Pastor, resiste el deseo de tomar un “caballito de batalla” y descuidar de tu rebaño. Ministra fielmente la Palabra a tu congregación.

“Porque nada me propuse saber entre ustedes excepto a Jesucristo, y este crucificado”, 1 Corintios 2:2.

“Predica la palabra. Insiste a tiempo y fuera de tiempo. Amonesta, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción”, 2 Timoteo 4:2.

8. El pastor con límites de contacto físico flojos.

En cuanto al contacto físico, los pastores caminan en una línea muy fina, mucho más que en otras épocas. Sin definir límites apropiados y salvaguardas, un pastor se puede encontrar ofendiendo a un miembro de la congregación, perdiendo su trabajo, o yendo a prisión. No permitas que caigas ni siquiera en la idea de conducta sexual inapropiada, o permitir expresiones o contacto físico que puedan ser malentendidos.

“Pero que la inmoralidad, y toda impureza o avaricia, ni siquiera se mencionen entre ustedes, como corresponde a los santos”, Efesios 5:3.

9. El pastor que administra mal.

Con una variedad de responsabilidades y papeles que cumplir, los pastores necesitan ser capaces de administrarse a sí mismos, su calendario, y su familia. Los pastores que no pueden administrarse a sí mismos no terminan lo que comienzan ni cumplen con lo que se les pide hacer en el tiempo acordado, y por lo tanto no pueden alcanzar su potencial en el ministerio. Cuando Pablo le explicó a Timoteo los requisitos de los líderes en la iglesia, mencionó la administración tres veces (especialmente en relación con su hogar). ¿Por qué?

“…pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?”, 1 Timoteo 3:5.

10. El pastor perezoso.

Muchos pastores (especialmente aquellos en iglesias pequeñas) disfrutan de horarios flexibles con supervisión limitada. La combinación puede transformarse en pereza si no se mantiene bajo supervisión, y puede llevar a varios pecados. El descuidar tu pastoreo del rebaño, el ser flojo en la administración del dinero, o ser perezoso al estudiar las Escrituras, te dañará a ti y a tu congregación a largo plazo. No seas descuidado con tu pastoreo que ha sido ordenado por Dios mismo; guía con celo (Ro. 12:8)

”…pastoreen el rebaño de Dios entre ustedes, velando por él, no por obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por la avaricia del dinero, sino con sincero deseo”, 1 Pedro 5:2.

Pastor: haz todo lo que puedas para no caer en estas tentaciones. Mantente comprometido con Dios en oración y alimentándote de Su Palabra. Acompáñate de gente que te pueda animar en la fe, con aquellos con los que puedas ser abierto y honesto y con quienes puedas buscar al Señor juntos. Da gracias a Dios por tu salvación, por tu familia, y por tu ministerio.

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