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Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado del libro Matrimonio, divorcio y nuevo matrimonio (Poiema Publicaciones, 2019), por Jim Newheiser. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace.

El propósito del cortejo (o del noviazgo con propósito) es explorar si una pareja puede tener la convicción de que podrá glorificar a Dios con gozo en un matrimonio.

Con frecuencia, existen aspectos de mucho peso que llevan a la ruptura de la relación. El hombre no puede superar y perdonar el pasado sexual de la mujer. La mujer no puede soportar la irresponsabilidad financiera y las deudas del hombre. A la mujer le agrada el hombre, pero no siente una atracción física ni romántica por él. Al hombre le gusta pasar tiempo con la mujer, pero se rehúsa a comprometerse con ella. El hombre se pregunta si para ella esto solo es algo pasajero; la mujer espera la confirmación de que este sea el amor de su vida.

Se deben considerar varias preguntas para ayudar a las parejas a afrontar los problemas que pudieran surgir durante el cortejo.

1. ¿Los dos aman el evangelio y este impacta su vida?

La pregunta más básica que cada persona debe considerar es si el otro demuestra que ama el evangelio.

¿Cada uno se considera a sí mismo como el mayor de los pecadores, salvado solamente por la gracia de Dios en Cristo (1 Ti. 1:15)? ¿Aman ambos a Cristo y su gracia gratuita? ¿Experimentar su amor y gracia afecta la forma en la que ellos tratan a otros (Ef. 5:1-2)? ¿Está él dispuesto a confesar sus propias faltas y pecados? ¿Está ella dispuesta a ser honesta acerca de sus propias debilidades y pecados? ¿Están ambos dispuestos a mostrarle gracia al otro en estas áreas?

2. ¿Respetan el carácter del otro?

Cualquier pareja que esté contemplando el matrimonio también debería tomarse el tiempo para discutir sus metas para el futuro.

Además, ambas partes deben evaluar si el carácter de la otra persona está a la altura de lo que la Escritura dice que es conveniente en un esposo o una esposa.

¿Es él un líder espiritual? ¿Es un hombre al que ella se puede someter por el resto de su vida? ¿Puede ella confiar en que él la guiará a ella y a sus hijos? ¿Será ella una ayuda idónea para la vocación y el ministerio al cual él fue llamado? ¿Tiene él un temperamento pecaminoso? ¿Es ella insegura? ¿Tiene ella un espíritu apacible (1 P. 3:3-4)? ¿Ambos trabajan duro y son responsables con el dinero? ¿Es ella una mujer de excelencia que ama y teme al Señor (Rut 3:11; Pr. 31:10)? ¿Puede él confiar en ella (Pr. 31:11; Ef. 4:25)?

3. ¿Tienen objetivos de vida que sean compatibles?

Cualquier pareja que esté contemplando el matrimonio también debería tomarse el tiempo para discutir sus metas para el futuro.

Una vez tuve un caso en el que el hombre quería ser misionero en otro continente y la mujer había decidido firmemente vivir en la misma ciudad que sus padres. Ninguno cambiaba de opinión, así que el cortejo se terminó. En otra situación, la joven quería tener muchos hijos comenzando inmediatamente después de casarse, mientras que el joven prefería tener solo uno o dos hijos y después de estar casados al menos cinco años. Puede que él quiera estar involucrado en la iglesia bautista, pero que ella prefiera el presbiterianismo.

¿Cómo planean resolver estas diferencias y otras que surjan durante un matrimonio?

4. ¿Cómo funcionan juntos en contextos grupales?

Otro indicador clave que se debe considerar es qué tan bien funciona la pareja cuando están con otras personas. ¿Funcionan como un equipo en público? ¿Se esfuerza él por llevarse bien con la familia y los amigos de ella? ¿Tiene ella amigas piadosas que sean buenas influencias? ¿Se llevan bien con la familia del otro? ¿Disfrutan estar con los amigos del otro? ¿Qué piensan sus familias y sus amigos sobre su relación? Cualquier inquietud debe tomarse con seriedad.

5. ¿Han podido resolver las cosas del pasado?

Es importante que dos personas que están considerando seriamente el matrimonio hablen sobre su historia romántica y sexual, tanto por honestidad como para que decidan si pueden aceptar ese pasado y dejarlo atrás.

¿Hasta qué punto se han involucrado con otras personas anteriormente? ¿Tienen luchas actuales con el pecado sexual, tales como la pornografía o la masturbación? Cuando la relación se está volviendo seria, la otra persona tiene derecho a saberlo.

Hemos visto casos en los que después del matrimonio, uno de los dos se siente traicionado cuando descubre las luchas presentes o pasadas de su cónyuge con el pecado sexual. Él o ella podría decir: “Yo no me habría casado si lo hubiera sabido”, o: “Ciertamente habría esperado más tiempo antes de casarme hasta que este problema se resolviera”.

6. ¿Son capaces de ser honestos con el otro sobre sus pecados y sus faltas?

Por lo general, al comienzo de una relación de noviazgo, ambas personas muestran su mejor faceta al tratar de dar la mejor impresión posible para atraer al otro. A medida que progresa el cortejo pueden surgir conflictos donde se revela el pecado de cada uno. ¿Ambas partes son capaces de admitir cuando están equivocadas? ¿Fomenta ella la paz? ¿Perdona él con facilidad? ¿Ambos son conscientes de sus propias áreas de pecado y se esfuerzan por ser más como Cristo?

7. ¿Pueden amarse y aceptarse el uno al otro tal y como son?

Los votos matrimoniales exigen que estemos preparados para amar “en las buenas y en las malas”.

Algunas veces, una o ambas partes se casan esperando de forma insensata que la otra persona cambie después de la boda. Es necesario que se pregunten honestamente si pueden amar y aceptar a su compañero o compañera tal como es. ¿Esperan que el otro cambie después de la boda? ¿Creen que el matrimonio resolverá todos los problemas de ira y lujuria que él tiene, y que acabará con la irresponsabilidad financiera y la pereza de ella? Aunque es correcto que esperen que Dios los siga santificando (Fil. 1:6), los votos matrimoniales exigen que estemos preparados para amar “en las buenas y en las malas”.

8. ¿Por qué se quieren casar?

Muchas parejas se casan por razones incorrectas. ¿Honestamente se han preguntado si se atraen el uno al otro por las razones correctas? ¿Pueden expresar las razones por las que quieren casarse de una forma clara y convincente? Booz se sentía atraído por Rut debido a su excelente carácter (Rut 3:11), no vemos una referencia a su apariencia física. La belleza exterior desaparece (Pr. 31:30) pero el carácter piadoso se volverá aún más atractivo con el tiempo.

9. ¿Cuáles son sus expectativas del matrimonio?

Se ha dicho que la mujer se casa esperando que su esposo cambie, y que el hombre se casa esperando que su esposa nunca cambie. Antes de casarse, tanto el esposo como la esposa deben evaluar sus expectativas del matrimonio. ¿Son realistas? ¿Quieren casarse para que alguien se ocupe de todos sus deseos? ¿Están esperando que su cónyuge supla necesidades y deseos que solo Dios puede satisfacer (Jr. 17:5-8)? ¿Están preparados para no rendirse al atravesar los conflictos y las pruebas que vendrán? ¿Están convencidos de que la otra persona podrá cumplir los votos matrimoniales incluso cuando sea muy difícil?

10. ¿Qué tanto se conocen a sí mismos y a su pareja?

Algunas personas “se enamoran” sin conocer lo suficiente a la otra persona. Muchos, después de poco tiempo de casados, se dan cuenta de que conocían poco a su cónyuge antes del matrimonio. Una forma de conocer a otra persona es conocer más de ella por medio de amigos cercanos, pastores o familiares. La consejería antes del compromiso también puede ser un medio por el cual se pruebe una nueva relación.

La honestidad y la transparencia son esenciales en el noviazgo.

Resumen

Los cristianos reconocen que el matrimonio es el contexto determinado por Dios para la intimidad personal y física entre un hombre y una mujer. Los que están comprometidos con Cristo deben ser cuidadosos en sus relaciones con el sexo opuesto, por respeto a Dios y por consideración a la persona con quien se casarán en el futuro.

El propósito de que un hombre y una mujer solteros pasen tiempo juntos, ya sea que se llame cortejo o noviazgo con propósito, es explorar cuidadosamente si Dios los puede estar guiando a que se casen. La honestidad y la transparencia son esenciales a lo largo del proceso. 

Idealmente, uno no debe avanzar más que el otro en términos del apego y el compromiso emocional. El que esté más comprometido tendrá que ser paciente mientras espera por la otra persona y, en última instancia, espera en Dios. Si uno de los dos se da cuenta de que es poco probable o imposible que se casen, se lo debe comunicar honestamente a la otra persona, para que no se sienta aún más herida y para que los dos puedan ser libres de explorar otras posibilidades.

Las razones del rompimiento se deberían explicar honesta y amablemente. En tales casos, la relación de cortejo o de noviazgo con propósito no falló. El propósito era determinar si eran compatibles para el matrimonio, y descubrieron que no. A pesar de la posible tristeza, Dios da la gracia para seguir orando por el bien del otro.


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Imagen: Lightstock.
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