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Ir a la iglesia no es como pasar al supermercado, visitar a un amigo, o cumplir con un compromiso de trabajo. Es una declaración de que adorar al Cristo resucitado es más importante para usted que dormir, relajarse, practicar deportes, o trabajar en la casa. Está celebrando la unión de nuestro mundo quebrantado bajo la autoridad de Cristo (Efesios 1:10) y proclamando la multiforme sabiduría de Dios al reino espiritual (Efesios 3:10).

Por tanto, no debemos ingresar a la iglesia como a cualquier otro lugar, sino que debemos preparar nuestros corazones en oración. Deje que estas diez oraciones pongan su mente en los propósitos de Dios para la iglesia y preparen su corazón para adorar al Rey.  

No debemos ingresar a la iglesia como a cualquier otro lugar, sino que debemos preparar nuestros corazones en oración.

1. Señor, ayúdame a adorarte con un corazón sin distracciones.

Padre Celestial, esta mañana y toda la historia se trata de ti. Por favor, ayúdame a adorarte con un corazón sin distracciones. Ya sabes cómo se va mi mente a la próxima semana, las preocupaciones actuales, los pensamientos sobre los demás, y otras cosas. Ayúdame a alejar esos pensamientos para concentrarme en ti y tu gloria. Haz que mi corazón, alma, mente, y fuerza exalten tu santo nombre en mis cantos, al escuchar tu Palabra, y al interactuar con tu pueblo.

2. Señor, revélame las maravillas de tu Palabra.  

Padre, tú hiciste el mundo con tu voz. Hablas nueva vida en tus hijos para darnos la luz del conocimiento de tu gloria en Cristo (2 Corintios 4:6). Danos la gracia de recibir tu Palabra y regocijarnos en ella. Trae convicción de nuestros pecados y de la suficiencia de Cristo para que los pecadores se conviertan, los débiles reciban fortaleza, y el cuerpo de Cristo sea edificado.   

3. Señor, profundiza mi fe y alegría en las glorias de tu evangelio.

Padre, conoces la multitud de pecados que he cometido en mi vida e incluso esta semana. Ayúdame a odiar más mi pecado y a crecer en gracia mientras contemplo lo que Cristo ha hecho para perdonarme y liberarme del control del pecado. Abre los ojos de mi corazón para ver la gloriosa esperanza que tenemos en Cristo, tu amor por todos los santos, y tu poder obrando en nosotros que creemos (Efesios 1:18-21). Haz que mi corazón arda dentro de mí al celebrar el evangelio en cantos, al aprender y aplicar en la predicación, y al ver el evangelio en el bautismo y la comunión.

4. Señor, haz que atesore a tu novia como tú lo haces.

Padre, la novia de tu Hijo a menudo tiene mala reputación, y congregarnos juntos puede parecer una carga. Pero las apariencias físicas no solo traicionan la realidad espiritual, sino que tampoco captan la centralidad de la iglesia en tus propósitos eternos para este mundo. De hombres y mujeres que eran tus enemigos estás reuniendo una comunidad de adoradores nacidos de nuevo de cada tribu, lengua, y nación para proclamar tu multiforme sabiduría al mundo y al reino espiritual (Efesios 3:1-10). Toda la historia culminará en la boda de tu Hijo y su bella novia, la Iglesia (Apocalipsis 21:1-2). Oh, Señor, ayúdame a atesorar a tu novia como tú lo haces y derramarme para servirla.   

5. Señor, guíame a edificar a otros con los dones y las oportunidades que me has dado.

Padre, perdóname por tener una mentalidad de “yo primero” y de consumidor en la iglesia. Ayúdame a poner a los demás primero y a utilizar los dones que me has dado para edificar a los demás (Efesios 4:17; 1 Corintios 14:12). Guíame en mis interacciones para que otros sean bendecidos y tú seas glorificado. Muéstreme con quién hablar, dónde sentarme, y cómo alentar a los demás con las Escrituras. Ayúdame a ser un canal de aliento cuando veamos el Día acercándose (Hebreos 10:24-25).

6. Señor, que nuestro amor adorne grandemente el evangelio.

Padre, tu Hijo dijo que el amor que tenemos por nuestros hermanos y hermanas proclamará al mundo que somos tus discípulos (Juan 13:34-35). Profundiza nuestro amor mutuo y haz que estemos ansiosos por mantener la unidad del Espíritu (Efesios 4:1-3). Ayúdanos a cuidar a todos, sin mostrar favoritismo. Que el amor nos obligue a fortalecer a los débiles, ayudar a los heridos, y servir pacientemente mientras recordamos que nuestro servicio a los demás es un servicio para ti (Mateo 25:31-46). Ayúdanos a modelar tu inagotable amor por nosotros al honrarnos los unos a los otros, y así demostrar al mundo que Cristo ha resucitado y reina.

7. Señor, protégenos de los hombres malvados y las ideas malvadas.

Señor, desde el principio, el enemigo de nuestras almas ha buscado destruir tus gloriosos propósitos para el mundo y tu pueblo. Oro por tu protección contra todos los poderes y principados que buscan sembrar división, enojo, envidia, codicia, y lujuria entre tu pueblo (Efesios 6:12). Mantén a los hombres malvados con intenciones destructivas y doctrinas malas lejos de nosotros. Expón las feas mentiras de nuestra cultura que muchas veces queremos creer. Ayúdanos a poner nuestros corazones en la verdad que conduce al amor, a una buena conciencia, y a una fe sincera (1 Timoteo 1:5).

8. Señor, guía a nuestro liderazgo en el cuidado del rebaño.

Gracias, Señor, por el regalo de los pastores y los líderes. Fortalece la fe y el gozo en el evangelio de nuestros líderes y ayúdalos a cumplir fielmente y sin vergüenza su ministerio de pastorear a la iglesia y equipar a los santos para el ministerio (Efesios 4:11-13; 1 Pedro 5:1-4). Dales gran sabiduría y dirección en cada aspecto del ministerio, y que su ejemplo muestre a la iglesia y al mundo quién eres (Tito 2:7). Bendice a las esposas y familias de los líderes con gran alegría en el ministerio del evangelio. Ayúdanos a honrarlos como tus siervos que sacrifican mucho por nuestro bien (Hebreos 13:17).  

9. Señor, equípanos para nuestra misión en la tierra.

No somos salvos por nuestras buenas obras, sino para hacer buenas obras (Efesios 2:8-10). Concentra nuestros corazones en tu misión para nosotros de compartir el evangelio y hacer discípulos (Mateo 28:18-20). Recuérdanos cómo nuestros matrimonios, vidas familiares, trabajo, y pasatiempos pueden ser avenidas para adornar el evangelio a través de nuestra proclamación y estilos de vida que exaltan a Cristo. Utiliza nuestro tiempo como tu cuerpo reunido para edificarnos y enviarnos a ministrar tu evangelio a nuestro mundo quebrantado.  

10. Señor, profundiza mi anhelo por el regreso de Cristo.

Muy a menudo busco la comodidad y alegría terrenal en vez de anhelar el regreso de Cristo, nuestra “bendita esperanza” (Tito 2:13) y pesar en las glorias del cielo. Que mi tiempo entre tu pueblo me lleve a tu santa presencia y me muestra las glorias de una eternidad sin pecado y sin sufrimiento donde te adoraremos cara a cara (Apocalipsis 21:4). ¡Oh, Señor, anhelo tu presencia y la restauración perfecta! ¡Ven, Señor Jesús!


Imagen: Lightstock.
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